Zaragoza es la capital de Aragón, a 300 km de Madrid.
Parece
que siempre hubo un pueblo en el sitio. Vinieron los Romanos y fue Caesar
Augusto que lo hizo famoso y que le dio su nombre; muchos años después
construyeron un templo dedicado a la Virgen María…
No
son tantos los verdaderos turistas a quienes les interesan los edificios y los
museos, mientras que los pelegrinos son muchos. Es que Zaragoza no se sitúa en
una ruta turística. Solos los que van de Madrid a Barcelona tienen que tomarla…
o los que quieren conocer la ciudad.
De
Zaragoza, todos los que han ido conocen la plaza y la basílica del Pilar, la
catedral de la Seo con su museo de tapices, el puente romano (construido con
piedras que datan de los Romanos), la espléndida Aljafería, la Lonja con su
elegante bóveda gótica, la iglesia Pedro y Pablo con su llamativa torre y su claustro
mudéjar un poco escondido. Conocen también el convento de las Canonesas ubicada
en la muralla romana: un claustro fresquito de bellos arcos, una hermosa sala –
antigua iglesia - de ventanas de elegante arte modéjar, con suelo de preciosos
azulejos verdes.
También
el patio de la Infanta (palacio de Gabriel Zaporta, s.XVI): después de ser
expuesto en la tienda de un anticuario parisiense, el patio ha vuelto a España
en la sede de la fundación Ibercaja. Una maravilla con las columnas de
alabastro decoradas, con un friso estupendo, cariátides impresionantes y arcos
muy finos en el primer piso. Sin embargo, a mí me resultó un poco extraño
entrar en un edificio moderno para visitar un patio del siglo XVI…)
Han
visitado unas cuantas iglesias romanas, neoclásicas, barrocas o de arte mudéjar
o aragonés, con ladrillos o con hormigón. Supongo que muy pocos se habrán
alejado del centro, así que me gusta enseñarles unas iglesias curiosas que
descubrí a lo largo de paseos en diversos barrios de la ciudad.
Cerca
de la puerta del Carmen, al lado del Instituto Aragonés de Arte y Cultura
Contemporáneos (IAACC) Pablo Serrano (¡es preciso dedicarle una mañana para
visitarlo!) se eleva la iglesia del Carmen.
En el barrio de la Jota, a unos pasos del puente romano, en medio de edificios beige de unos pisos, se destaca un edificio de medio tamaño y de color anaranjado, subrayado de blanco en las estrechas ventanas. Su arquitectura de muchos ángulos y volúmenes sorprende. Es preciso dar la vuelta para notar la cruz y entender que es una iglesia: la parroquia San Pio X. Vale la pena entrar: el interior es redondo, dulce e íntimo; la cúpula y las estrechas ventanillas de vidrio blanco dan una luz tenue. San Pio X es una iglesia que me ha conmovido.
La
siguiente es la del colegio Marianistas de Santa María del Pilar. No pude
entrar ya que el colegio iba cerrado, pero su arquitectura de dos puntas la
hace muy elegante. El interior tiene que ser luminoso gracias a las cristaleras
de la portada.
De piedras grises, parece más bien una fortaleza. Una
torre alta se destaca, dominando las palmeras de la avenida (dicen que hubiera
tenido que ser dos veces más alta pero que no pudo ser por falta de dinero…). Esta
torre se revela ser el mausoleo militar italiano (Sagrario Militare italiano),
dedicado a los combatientes italianos y españoles de la guerra civil española. Son
2889 combatientes los que son enterrados.
El mausoleo y la iglesia les financió el propio Mussolini.
Siguen siendo propiedad italiana a la vez que iglesia parroquial. Las entradas
van juntas, de imponentes arcos de piedra que se repiten. Una fuerza
impresionante se destaca.
Para entrar a la iglesia, caminas en lo que parece ser un
túnel. Y al final, con una serie de arcos rebajados de ladrillo caravista con
piedra, la entrada se hace más íntima. Pero, adentro se nota una unidad de
estilo con el pórtico: unos arcos cruzan la nave de paredes blancos; me sentí
ahogada. Unas vidrieras blancas o de pocos colores y un rosetón poco colorado
dan poca luz, pero las ocho suspensiones eléctricas de gran tamaño y de hierro
forjado tendrán que iluminar el templo por la noche. En la iglesia se destacan
un órgano inmenso en la galería, el limosnero de mármol y hierro forjado y, por
supuesto una talla de San Antonio de Padua. No me sentí muy a gusto dentro de esta
iglesia, pero el enfoque de la salida sobre los árboles del paseo del Cuéllar es
precioso.
Falta una iglesia que merece la pena visitar o al
menos mencionar. Es la de nuestra Señora del Portillo, cerca de
la Caja Fórum y de la plaza de toros.
De estilo barroco, no tiene nada relevante sino su
símbolo. Dicen que, en tiempos de los musulmanes, cuando abrieron ellos un
hueco dentro de la muralla que protegía la ciudad cristiana, la Virgen apareció
y protegió la ciudad. Por eso
construyeron una ermita que se transformó en iglesia. Esta iglesia, la destruyeron los franceses
durante el sitio de Zaragoza. Fue una mujer, Agustina de Aragón, quién,
luchando contra los franceses, prendió la mecha de los cañones y les expulsó de
la ciudad. Hasta ahora se la considera como «heroína defensora» de la ciudad. Su
tumba está en una capilla de la iglesia, junto con las mujeres que la
acompañaba.
Aquí tienen unas notas de mi estancia del último verano en Zaragoza. Por supuesto habría que hablar del río Ebro y de la transformación de la ciudad…
¡El caballito les
saluda !
Juanita
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