viernes, 1 de septiembre de 2023

Juanita nos propone un informe de su estancia en Zaragoza

Zaragoza es la capital de Aragón, a 300 km de Madrid.

Parece que siempre hubo un pueblo en el sitio. Vinieron los Romanos y fue Caesar Augusto que lo hizo famoso y que le dio su nombre; muchos años después construyeron un templo dedicado a la Virgen María…

No son tantos los verdaderos turistas a quienes les interesan los edificios y los museos, mientras que los pelegrinos son muchos. Es que Zaragoza no se sitúa en una ruta turística. Solos los que van de Madrid a Barcelona tienen que tomarla… o los que quieren conocer la ciudad.

De Zaragoza, todos los que han ido conocen la plaza y la basílica del Pilar, la catedral de la Seo con su museo de tapices, el puente romano (construido con piedras que datan de los Romanos), la espléndida Aljafería, la Lonja con su elegante bóveda gótica, la iglesia Pedro y Pablo con su llamativa torre y su claustro mudéjar un poco escondido. Conocen también el convento de las Canonesas ubicada en la muralla romana: un claustro fresquito de bellos arcos, una hermosa sala – antigua iglesia - de ventanas de elegante arte modéjar, con suelo de preciosos azulejos verdes.

También el patio de la Infanta (palacio de Gabriel Zaporta, s.XVI): después de ser expuesto en la tienda de un anticuario parisiense, el patio ha vuelto a España en la sede de la fundación Ibercaja. Una maravilla con las columnas de alabastro decoradas, con un friso estupendo, cariátides impresionantes y arcos muy finos en el primer piso. Sin embargo, a mí me resultó un poco extraño entrar en un edificio moderno para visitar un patio del siglo XVI…)

Han visitado unas cuantas iglesias romanas, neoclásicas, barrocas o de arte mudéjar o aragonés, con ladrillos o con hormigón. Supongo que muy pocos se habrán alejado del centro, así que me gusta enseñarles unas iglesias curiosas que descubrí a lo largo de paseos en diversos barrios de la ciudad.

Cerca de la puerta del Carmen, al lado del Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos (IAACC) Pablo Serrano (¡es preciso dedicarle una mañana para visitarlo!) se eleva la iglesia del Carmen.


Construida en hormigón en 1965, forma parte de un conjunto grande que cuenta con la iglesia más un edificio alto y moderno, residencia de monjes, más un colegio mayor en la parte trasera. En lo alto de una escalera ancha, una aguja de hormigón y, tras una reja baja de hierro forjado de rectangulares, dos puertas de bronce que dan a un vasto espacio cuadrado iluminado gracias a pequeñas vidrieras azules, amarillas y rojas de composición moderna que se encuentran en una pared lateral entera. Una capilla acogedora con vidrios rojos, otra vidriera azul en lo alto de la fachada da un ambiente alegre. En el coro, un cuadro monumental con una talla de Cristo, una pila bautismal moderna de hormigón coronado con una suspensión redonda, fina y moderna, un órgano de tubos de cobre y bancos muy sencillos son los elementos mobiliarios.

En el barrio de la Jota, a unos pasos del puente romano, en medio de edificios beige de unos pisos, se destaca un edificio de medio tamaño y de color anaranjado, subrayado de blanco en las estrechas ventanas. Su arquitectura de muchos ángulos y volúmenes sorprende. Es preciso dar la vuelta para notar la cruz y entender que es una iglesia: la parroquia San Pio X. Vale la pena entrar: el interior es redondo, dulce e íntimo; la cúpula y las estrechas ventanillas de vidrio blanco dan una luz tenue. San Pio X es una iglesia que me ha conmovido.


 Más alejada, aparte de la avenida Fernando el Católico, se encuentra la iglesia Santa Mónica. Grande, de ladrillo rojo con un porche rojo, se eleva por encima de una escalera que rodea todo el edificio. Una cúpula extraña la domina, recordando la torre de control de un aeropuerto. A un lado, una cruz majestuosa indica cual es la destinación de tal edificio.  Parece que los vecinos la han adoptado desde su inauguración en 1973, pero siguen dándole el apodo «el ovni».


El interior es muy sencillo, dominado por la luz que entra extensamente por la cúpula y las ventanas del techo. El mobiliario es muy simple, la estructura de la cúpula de hierro negro con paneles blancos lo domina todo e invita a levantar la mirada.    ¿Para que se eleve el alma?

La siguiente es la del colegio Marianistas de Santa María del Pilar. No pude entrar ya que el colegio iba cerrado, pero su arquitectura de dos puntas la hace muy elegante. El interior tiene que ser luminoso gracias a las cristaleras de la portada.


La última la encontré después de un paseo muy bonito y fresco a lo largo del canal imperial y del parque Pignatelli. Es la iglesia San Antonio de Padua.

De piedras grises, parece más bien una fortaleza. Una torre alta se destaca, dominando las palmeras de la avenida (dicen que hubiera tenido que ser dos veces más alta pero que no pudo ser por falta de dinero…). Esta torre se revela ser el mausoleo militar italiano (Sagrario Militare italiano), dedicado a los combatientes italianos y españoles de la guerra civil española. Son 2889 combatientes los que son enterrados.

El mausoleo y la iglesia les financió el propio Mussolini. Siguen siendo propiedad italiana a la vez que iglesia parroquial. Las entradas van juntas, de imponentes arcos de piedra que se repiten. Una fuerza impresionante se destaca.

Para entrar a la iglesia, caminas en lo que parece ser un túnel. Y al final, con una serie de arcos rebajados de ladrillo caravista con piedra, la entrada se hace más íntima. Pero, adentro se nota una unidad de estilo con el pórtico: unos arcos cruzan la nave de paredes blancos; me sentí ahogada. Unas vidrieras blancas o de pocos colores y un rosetón poco colorado dan poca luz, pero las ocho suspensiones eléctricas de gran tamaño y de hierro forjado tendrán que iluminar el templo por la noche. En la iglesia se destacan un órgano inmenso en la galería, el limosnero de mármol y hierro forjado y, por supuesto una talla de San Antonio de Padua. No me sentí muy a gusto dentro de esta iglesia, pero el enfoque de la salida sobre los árboles del paseo del Cuéllar es precioso.

Falta una iglesia que merece la pena visitar o al menos mencionar. Es la de nuestra Señora del Portillo, cerca de la Caja Fórum y de la plaza de toros.

De estilo barroco, no tiene nada relevante sino su símbolo. Dicen que, en tiempos de los musulmanes, cuando abrieron ellos un hueco dentro de la muralla que protegía la ciudad cristiana, la Virgen apareció y protegió la ciudad.  Por eso construyeron una ermita que se transformó en iglesia.  Esta iglesia, la destruyeron los franceses durante el sitio de Zaragoza. Fue una mujer, Agustina de Aragón, quién, luchando contra los franceses, prendió la mecha de los cañones y les expulsó de la ciudad. Hasta ahora se la considera como «heroína defensora» de la ciudad. Su tumba está en una capilla de la iglesia, junto con las mujeres que la acompañaba.

Aquí tienen unas notas de mi estancia del último verano en Zaragoza. Por supuesto habría que hablar del río Ebro y de la transformación de la ciudad…



 ¡El caballito les saluda !


 Juanita

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