Talin nos presentó El manuscrito de Niebla bajo una luz más léxica con detalles sobre la atmósfera de la época, los lugares, la imprenta, la inquisición. Su texto muy interesante llegará a través del blog al fin de semana.
Martine hizo un estudio detallado del Monasterio de Guadalupe a partir del vídeo enviado por Ligia. Destacó la arquitectura, la importancia de la construcción, los ricos detalles de la decoración y la importancia de este lugar en relación con la hija de Enrique IV: Juana.
Para la próxima semana: ver la película «La Corona Partida»
Encontrar las expresiones de las cartas del juego hecho en curso.
Feliz Semana Miguelita
Ligia llamó nuestra atención sobre las obras pictóricas de Francisco de Zurbarán en el Monasterio. Adjunto un texto sobre él. Cuatro de sus obras están en el Museo de Grenoble.
El pintor conocido como Francisco Zurbarán, hijo de un comerciante vasco, nació en Fuente de Cantos, España un 7 de noviembre de 1598. Su formación artística ha comenzado cuando ingresa como aprendiz en el taller sevillano de Pedro Díaz Villanueva, hasta que en 1617 decide trasladarse a Llerena, donde reside durante más de diez años realizando trabajos para diversos conventos de Extremadura y Sevilla. Luego, en 1629 Zurbarán atiende la invitación del municipio sevillano y se instala en la ciudad durante los siguientes 30 años, hasta que en el año 1635 abandona Sevilla por primera vez para desplazarse a Madrid con el encargo de pintar la serie mitológica de Los trabajos de Hércules y dos cuadros de batallas para el Palacio del Buen Retiro.
Luego la década del 40, la más fructífera de su obra, se la
ha pasado realizando varias pinturas para el monarca Felipe IV, por lo que
firma alguna vez pintor del Rey. Y luego en la siguiente inicia su declive,
pues no recibe tantos encargos como en épocas anteriores, aunque continúa
pintando excelentes obras, y en 1658 viaja por segunda vez a Madrid, donde
reside definitivamente, aunque con dificultades económicas.
Este pintor español se ha hecho
conocido por sus cuadros religiosos y escenas de la vida monástica en la época
del barroco y la contrarreforma, y su estilo adscrito a la corriente tenebrista
por el uso que hace de los contrastes de luz y sombras, se ha caracterizado
básicamente por la sencillez compositiva, el realismo, el rigor en la
concepción, exquisitez y ternura en los detalles, formas amplias y plenitud en
los volúmenes, monumentalidad en las figuras y apasionamiento en los rostros,
tremendamente realistas.
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