sábado, 27 de abril de 2024

Última clase del curso "Arte español" en el Museo de pintura

Para la última clase del curso arte español, nos encontramos en el Museo de pintura para descubrir las obras de artistas hispanoamericanos modernos.

Empezamos con Picasso. Uno al lado del otro, son cuatro cuadros. El niño con su muñeca, obra de tamaño reducido que pintó de joven (1901), óleo sobre cartón. Llama la atención el fondo rojo y verde y la blusa blanca del niño cuyas mejillas son muy tiernas; La mujer que lee. Parece que es a su mujer Olga que pintó Picasso en 1920. Estamos en lo que se llama el período neoclásico. Picasso la pintó en gris y rosa, colores del cubismo; La Figura, de 1930, es un óleo pintado de gris en una puerta de madera. Se ve a una mujer restructurada gris y negro, y en el medio un triángulo blanco que representa la cabeza. En la parte baja del cuadro, lo que parece ser un buque y en lo alto una media luna, los dos reservados en la madera, como las mandíbulas que están abajo. Estamos en el período del surrealismo.  Hablamos bastante del cuarto cuadro, el Mosquetero y el niño que pintó en 1972 un año antes de su muerte. El mosquetero es muy colorido con pinceladas rojas, marrones, verdes, amarillentas y negras; tiene un sombrero puntiagudo y se ven sus ojos en diferentes planos. El niño al lado va vestido de verde, su cara blanca bordada de pelo rizado verde, los ojos restructurados, con los brazos estirados. ¿Qué nos dice el niño? Vestido de verde, es todo esperanza, tendido hasta un futuro excelente.

En la misma sala, en una vidriera, van tres pequeñas estatuas de bronce de Picasso, tres mujeres desnudas que realizó en 1940. Y a su lado, una estatua de bronce forjado muy elegante de Julio González, del año 1937, La Gran Hoz, que es una maqueta para un proyecto más importante. Lo que nos hace recordar que en los años treinta aprendió la soldadura autógena en la fábrica Renault.

En la sala siguiente, está expuesto el cuadro de Wifredo LAM, pintor cubano nacido en 1902, Mujer desnuda. Es un cuadro trabajado a la témpora en papel montado sobre lienzo. Lo pintó en Paris, en 1939 después de la guerra civil, cuando estaba en contacto con Picasso (que le daba de «mi nieto») y los pintores surrealistas, así se notan esas influencias.

El cuadro presenta a una mujer dormida tirada en una esterilla con los brazos extendidos por encima de la cabeza. El color que domina es el verde, diferentes tonos de verde- la esterilla subrayada por parte de amarillo. La piel del cuerpo es rosada, los brazos y los senos casi marrones. El cuerpo es sin relieve, lo mismo que la cara que se parece a una máscara africana, en la que LAM subrayó de amarillo los ojos, la nariz y la boca.

En la pared podemos distinguir una ventana abierta de dos ventanales y en el suelo unas baldosas gris y rosa que aclaran el cuadro. Se destaca del cuadro una profunda tristeza que nos conmovió.

Sabemos que el Cubano LAM practicaba la santería y nuestras compañeras nos dieron datos acerca de esta religión que no conocemos por aquí.

Después nos dirigimos en la sala del arte cinético. Se destaca la obra de Jesús SOTO, artista venezolano que ya conocemos. (Nacióؚ en Ciudad Bolívar en 1923. Murió en Paris en 2005). Esta obra es la única que tenemos en Grenoble. La realizó Soto en 1965. En 2011 la recibió como dación el Museo Beaubourg, que la depositó aquí en 2015.

Forma parte de la serie «Vibraciones» a la que trabajaba el artista desde los años 50. Vemos un cuadro cuadrado de un metro cincuenta. Sobre un panel de madera van dos paneles de igual tamaño pintados con acrílico, uno amarillo ácido y el otro, abajo del primero, rayado de blanco y negro. En lo alto y en medio de la parte amarilla está un soporte de unos 10 cm. Gracias a hilos de nilón van colgadas en horizontal una veintena de varitas de acero, también pintadas de amarillo, que se destacan del fondo rayado. Estas varitas están delante del cuadro, pero hacen parte de la obra. Aprendemos que Soto quería ser arpista quizás eso le influyó en usar los hilos de nilón…

Estas varitas se pueden mover con el paso de los visitantes. Un efecto óptico se realiza en la parte baja del cuadro, pero mejor gracias al punto fijo que resulta ser la parte amarilla. Soto decía que las varitas (puso unas cuantas en sus varias obras) eran objetos que no eran decorativos. «Así pueden concentrar el fenómeno óptico, la vibración es meramente óptica».

Dadas esas explicaciones, podemos entrar de nuevo en la sala por la entrada del fondo. Aquí es donde se nota mejor el efecto óptico. Las varitas se descomponen en pedacitos que se engrandecen o al contrario se hacen más pequeños.

Hay que notar también el reflejo de las varitas en la pared afuera del cuadro, como si fuera su extensión. Siempre Soto requiere nuestra colaboración: es preciso que nos desplazamos delante del cuadro o que nos alejemos de él.

Quisiera decir que su arte es interactivo. Sabemos que en sus «penetrables» los visitantes tienen que entrar para apreciar la obra.

Soto trabajó mucho. En Caracas es aún más conocido ya que se encargó del techo del vestíbulo y de las salas del teatro Teresa de Carreño.

Colgado al lado de esta obra está el cuadro rojo/azul de Carlos Cruz Diez (venezolano de Caracas y amigo suyo, y lo mismo de conocido) también figura del arte cinético. El color lo hace menos atractivo pero el trabajo es muy interesante, con láminas de plexiglás rojo.

Para acabar con la visita del museo, nos dirigimos hacia la planta baja, para ver la estatua del artista español Juan Muñoz, Une Figure. El hombrecito nos mira encorvado y sonriente, la mano en el bolsillo delante de su espejo.


Lo han puesto al lado del Tríptico en bronce, un poco oscuro y enigmático, de Cristina Iglesias, española también (¡Y su mujer!). Son obras propias del museo que las compró. Recordemos que el museo dedicó una exhibición particular a los dos hace unos años.


Con el recorrido de estas obras, hemos dado la vuelta a la parte contemporánea del arte hispanoamericano del museo.

Juanita

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