Macondo, el 8 de
enero de 1962
¡La escuela cerrada por el Alcalde!
Ayer una pelea
ocurrió entre dos niños en la escuela: Miguel, el hijo del Alcalde y Pablo el
del dentista.
Miguel amenazaba
a Pablo con un revolver porque su padre había curado sin anestesia la muela de
su padre. Pablo, que había también recuperado el revolver de su padre, clamaba
para defender a su padre y denunciar la violencia y la corrupción del Alcalde.
Alertado por el
ruido y los otros niños muy atemorizados, el maestro separó los dos
adversarios, recuperó las dos armas y delante de todos
los alumnos empezó a explicar la situación y naturalmente a denunciar la
violencia y la corrupción.
Paz y
tranquilidad volvieron en la clase pero el maestro fue convocado a la alcaldía
e inmediatamente trasladado en otro pueblo. Entonces, esperando un nuevo
maestro, la escuela está cerrada.
Agnès
MACONDO, el martes 13 de enero de 1962
Nuestros conciudadanos conocen la maestría de Don Aurelio Escovar
quien en su juventud se quemó las pestañas estudiando su oficio, y hoy cura a
muchos Macondianos con destreza y éxito. Así, cuántas noches de desesperación, cuántas
mejillas hinchadas se desvanecieron gracias a sus intervenciones fulgurantes.
Pues, hoy, nuestro querido alcalde, sin embargo tan ocupado y tan
valiente para aguantar el dolor, fue constreñido a recurrir a su arte. El
absceso que había impedido al jefe de nuestra ciudad procurarnos sus favores,
fue circunscrito, la cordal extraída, y el dolor vencido. Como antes
podremos volver a vivir en paz, el corazón
ligero.
Y al refrán: « En trece y martes, ni te cases, ni te
embarques » añadiremos: « Si no, tus muelas cures », o contestaremos
por otro refrán: « Quien no se atreve, no pasa el rio…»
André
Poco
antes del amanecer, cuando la mayoría de los habitantes del pueblo todavía
estaban durmiendo, salía de su casa el teniente Salvador Gómez, alcalde de
Macondo. Caminó solo en las calles desiertas y pronto llegó al gabinete de Don
Aurelio Escovar, el único dentista del pueblo y de los alrededores. Habría
querido evitar la ayuda de Don Aurelio, pero desde hace cinco días, le dolía
una muela y ahora no podía soportar la tortura.
El
dentista examinó el diente, vio que había un absceso y decidió que no podía
anestesiarlo. Así, durante algunos interminables minutos, el alcalde sufrió
otra forma de tortura. Pero pronto volvió él mismo. Se despidió con un
displicente saludo militar y se alejó. Dos gallinazos lo acompañaron hasta su
casa.
Annie
Arreglo de cuentas
en el pueblo…
Diez guardias entraron a un gabinete de dentista porque oyeron fuertes
gritos.
¿Qué pasaba?
¿Quién era el hombre sentado sobre una vieja silla de madera, la boca abierta?
¿Quién era el otro que llevaba una
camisa a rayas con un botón dorado?
Era una historia de muela sin anestesia.
Los actores: el alcalde y el dentista.
Dolor de muela
Dolor de poder,
Poder de uno tras otro,
Desconfianza, vergüenza, pobreza, riqueza,
Todos los sentimientos movían hacia la luz de la situación.
¿Quién va a pagar?
Brigitte
Un pueblo en
ninguna parte
Yo estaba de viaje en Colombia, y decidí de salirse de los caminos
trillados para descubrir el país lejos de las ciudades y de los sitios
turísticos.
Un día, llegué en un pueblo sin nombre, al principio de la tarde. Había
una gran plaza rodeada de casas con pisos, y en el centro un árbol enorme; pero
sus largas hojas parecían grises y llenas de polvo. No se podía ver a nadie, ni
siquiera un perro, el calor era sofocante, el sol brillaba en un cielo casi
blanco.
Continué a pie, y conseguí encontrar un café en una pequeña calle, ya
que tenía una sed indescriptible. En este café a la antigua, había pocos
clientes, pero una mujer parecía tener ganas de hablar conmigo. Le pregunté si
en este pueblo, había tiendas, un médico, un farmacéutico, se rió, y contestó
que en un almacén miserable se podía comprar los productos de primera
necesidad, pero en lo que concierne a un médico o un farmacéutico, no había
nadie. Desde hace veinte años, un dentista trabajaba aquí. Pero un día, al
alcalde le dolió un diente, y esperaba que el dentista lo curara. El dentista
rechazó. Es necesario decir que el alcalde era un hombre detestado en el pueblo.
Entonces el alcalde sacó su arma y le pegó un tiro. El dentista fue herido y
decidió irse.
Ninguno dentista, o médico, o farmacéutico tuvo la idea de venir a
establecerse en este pueblo.
Christiane
De Santiago Peregrino, correspondiente del
Tiempo en Macondo:
Los
funerales del Alcalde
Ayer a las tres de la tarde fueron celebrados
los funerales del Alcalde de Macondo, falleció tres días antes. La importancia
del evento había conducido a cambiar la fecha de la riña de gallos programada a
la misma hora. En el momento del funeral en la iglesia, todos los delegados de
la municipalidad y de los latifundistas llenaban el edificio, demasiado pequeño
en esta ocasión. Afuera sobre las escaleras y bajo una lluvia tropical, un
puñado de campesinos apenas curiosos arrastraban los pies acompañados de tres
perros famélicos y dos gallinas desplumadas.
El Padre Hector Uribe, cura de la parroquia,
hizo el elogio del difunto cuyo el sentido acerado de la justicia y la firmeza
habían permitido de erradicar todas las tentativas sediciosas desde hace cinco
años. El ataúd fue llevado por ocho de los más eminentes latifundistas para
rendir homenaje al incomparable dirigente.
¿De qué falleció el Alcalde que tenía 45 años
solamente? El diagnóstico el más probable sería una infección dental.
Por otra parte, hemos aprendido que el dentista
de los pobres, Don Aurelio Escovar, sin lazo parental con Pablo Escobar, habría
declarado ser interesado al cargo de alcalde cuando una elección democrática
será posible de nuevo.
Jean-Jacques
El Macondo libre: Misterio
en la calle mayor
Desde hace quince años Eugenio, nuestro panadero, se siente libre durante
cinco minutos cuando la hornada está cociendo. Está esperando que la luz suba
entre la casa municipal y la tienda del Don Aurelio Escobar, nuestro dentista.
Este día, el primer de la primavera, el sol va a aparecer exactamente durante
estos sagrados cinco minutos. Es lo que ocurrió. Pero, de repente, el café que está
bebiendo se derramó cuando Eugenio se
saltó al ruido de una detonación. A la izquierda descubrió un agujero pequeño en la ventana
principal.
Nuestro enviado especial, el peón caminero dice que había visto el alcalde
correr a toda velocidad y entrar gritando en casa de Eugenio.
Después del almuerzo la señora Rebecca
pidió a Don Aurelio de hacer algo para arreglar la muela que se rompió
cuando comió pan.
Robert
Macondo, el
martes 13 de enero de 2013
Las desgracias del Alcalde
Hacía algunos días que el alcalde no
estaba bien, este hombre, determinado y muy respetado de la población porque
conocido por “ser de gatillo fácil”, desde hace algunos días tenía una cara cansada
con la mejilla izquierda hinchada y cubierta de barba, hasta los gallinazos en
el caballete de las casas no parecían comprender. En las tiendas del pueblo, el
alcalde hacía “objeto de chismorreos”, se hablaba de un posible problema de
diente y la gente de decir “dolor de muela es mal amores” había aire de
venganza, es decir que mucha gente “tenía ojeriza” a este hombre resultado de
su manera expeditiva de resolver los
problemas del pueblo. Finalmente nuestro hombre, “armado hasta los dientes”, se
resolvió ir a ver Don Aurelio Escovar el dentista, enemigo de siempre pero en
este caso amigo por necesitad, el cual “sin despegar el pico” le extrajo la
única diente del juicio que se le queda… de repente en el pueblo, la gente
vuelve a casa, los gallinazos escogieron un tejado un poco más lejos y además
empezó a llover…
Santiago
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