La
sirena hechicera
Hombre
con amor y sueños románticos
Recuérdate todos sus cuentos mágicos
Que hablan de la hermosa hechicera
A cola de pez y larga cabellera
Como la bella Sirirí, la sirena
Que canta en las orillas del Paraná
Cuidado con su dulce voz y sus besos
Cuidado con la sirenita del ríos
No escuches sus palabras hechizadas
hechas de agua, de risas olvidadas
Marcharías, pobre Hombre vulnerable
Hacia el horizonte inalcanzable
Martine
Y Dios crea a la... sirena
En la Mesopotamia entre los
ríos Tigre y Éufrates se encontraba el paraíso, un jardín maravilloso con
perfumes de naranjos en flor y jazmines todo el año, donde vivían felices Adam
y Eva antes del pecado original.
Después que Dios los expulsó del paraíso, Eva
llena de culpabilidad y de desesperación se tiró al Éfrates. La pobrecita no sabía
nadar e iba a ahogarse pero Adam siempre enamorado de ella, le rezó a Dios para
que la salve. Al instante, fue convertida en una sirena con cola de pez y
escamas tornasoladas. Se fue a la deriva entre doradas y surubíes hasta el mar,
pasó al frente de las islas Marqueses, Maurice, Madagascar, del Cabo de Buena
Esperanza, y finalmente, ayudada por todas las otras sirenas tanto de agua
salada que de agua dulce, logró el rio Paraná una noche toda llena de murmullos
y de música de alas, cuando Moncho Azula, estaba pescando con paciencia en su
canoa.
Como le habíamos leído en
el texto dado por la profesora, se amaron y llegaron juntos a la eternidad.
Así a través de la oración
de Adam y de la solidaridad femenina, y también de la bondad y valentía de
Moncho Azula, Eva logró la felicidad y la paz.
Agnès
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