A finales de mayo trabajamos el tema “LuchaLibro”, un campeonato de improvisación literaria que nació en Perú en 2002 y luego se trasladó a muchas partes, Canarias, Galicia, y este año 2019 en Zaragoza lo que descubrimos en las noticias de la TVE...
También, nosotros teníamos que escribir y dar en una página maxi (21x27) a Ligia, nuestra profesora, un cuento que tenía que utilizar 3 palabras entre las series siguientes:
amor puente sol
gafas zapatos moto
mar chicle vino
canción piedra alumno
mapa tren lluvia
carta naturaleza encuentro
Además el cuento debía incluir al menos una expresión idiomática y teníamos que firmarlo con un seudónimo para que el “jurado” no supiera quién lo escribió...
Como criterios de valoración en estas historias escritas en 5 minutos… ¡perdón! 2 semanas, el jurado tuvo en cuenta aspectos como la creatividad, la estructura del cuento, vocabulario, argumento, gramática, calidad literaria y la forma en que integramos los tres elementos.
"Tirar la toalla"
Ninguna idea, nada, ¡el blanco total! La angustia de la página en blanco o mejor, de la pantalla blanca. Es lo que yo vivía en ese exacto momento delante de mi ordenador.
Al principio, el ejercicio de « LuchaLibro » me sedujo…
¡Elegir un seudónimo fue rápido y fácil: « Libélula », me gustaba, era un nombre suave, elegante y simpático!
¡Escribir una historia en dos semanas, cuando los pobres competidores del juego real sólo tenían cinco minutos, iba a “ser pan comido”!
Pero me había equivocado: las dos semanas habían pasado y no tenía ni idea de lo que podría contar…
Ahora era lunes por la noche, sólo quedaban unas horas para escribir el texto... La obligación de encontrar una historia empezó a afectarme.
Vamos, vamos, vamos… ¿una historia de amor, una historia romántica, con un beso lánguido delante de una puesta de sol? No, ridículo…
¿Quizás una historia policial con persecución frenética por puentes vertiginosos? Para eso se necesita estilo y vocabulario. No tengo.
¿Una historia de sórdidos asesinatos, de venganzas crueles? No, no me gusta la violencia, no iba a empezar a contar historias de crimen.
¿Una leyenda, un mito, un cuento lleno de magia, o mejor, una novela filosófica? ¿Pero cómo inventar algo interesante después de haber leído los cuentos muy bien construidos de Borges, Julio Cortázar y Eduardo Galeano?
Vamos, primero hay que elegir el protagonista: ¿un hombre? ¿Una mujer? ¿Un niño? ¿Un animal? Demasiado banal… ¿un extraterrestre? ¿Una bruja?
Ya era tarde, sentía una pereza inmensa. Tratar de reunir ideas para inventar una historia, ¡era como “echar agua al mar”: nunca iría conseguir!
Este trabajo empezó a molestarme mucho. Después de todo, no soy escritor ni poeta… y ahora este ejercicio me parecía no sólo difícil, sino mucho irritante. Decidí “tirar la toalla”: ¡Yo seré el protagonista de mi cuento! Mi cuento será mis dudas delante de la pantalla blanca… ¡y mi desistimiento! Una historia poco gloriosa, pero he salvado la cara: la pantalla ya no es blanca, ha nacido un texto!
El soñador
Libélula
Los jóvenes y el
futuro del planeta
El primero de junio de 2019, cada alumna y cado
alumno de las escuelas, de los colegios
y secundarios de EUROPA, ha recibido una carta para enviar al Ministro de la
educación nacional de su país frente a la vuelta a clase. Se decía:
“La cosa está que arde” y ustedes adultos parecen
felices “como peces en el agua”. Nosotros jóvenes, no somos aguafiestas sino
estamos “hasta las narices” de ver su incapacidad para salvar a nuestro
planeta, su naturaleza y su clima. Sabemos que el valor no viene con los años y
somos listos para “ponerse manos a la obra” para cambiar mentalidades y modos
de vida. Como nuestra amiga sueca GRETA TUNBERG decidimos que no iremos a la
escuela cado viernes mientras no sean adoptadas las decisiones necesarias para
limitar el cambio climático. Este día, podremos organizar debates delante
ayuntamientos, conciertos o manifestaciones para sensibilizar a la gente. Greta
participará en la próxima COB 25 a Santiago de Chile en noviembre 2019, un
encuentro muy importante para el futuro de todos los jóvenes de la tierra.
Después y con ella, decidiremos lo siguiente de nuestra acción”…
GRETA
El muchacho del campo
Nació en
un pequeño pueblo de pocas casas que se estiraba a lo largo de un arroyo, al
centro del pueblo pasaba la carretera que ella también parecía seguir el mismo
camino que el agua. A los alrededores había campos cultivados, pastos y algunas
viñas y un poco más lejos colinas arboladas. El pueblo más cerca, el de la escuela,
estaba a media hora andando.
Era el
último niño de tres hermanos que excepto él nacieron antes de la guerra, así
como a menudo en esta época la madre era ama de casa y el padre trabajaba en la
ciudad, también para mejorar la alimentación, al lado de la casa había un
huerto y se criaron pollos y conejos.
Los padres
se instalaron en el pueblo al inicio de la guerra y aparentemente fue difícil
integrarse en mundo de campesinos y no supo si fue la verdadera razón del
desgarramiento de la pareja al punto de llegar a pelearse pero para el chico fue
algo de terrible, los gritos, el ruido de los golpes nunca lo aceptaba y
demasiado pequeño la única posibilidad era escaparse cuando rugía la tormenta.
Afortunadamente
detrás de la casa había el arroyo, sin puente
pero con tres grandes piedras para cruzarlo saltando de una a otra y a lo largo
del riachuelo se estiraba una franja arbolada en la cual con sus compañeros del
pueblo jugaban construyendo cabañas, probablemente que fue la razón que poco a
poco la naturaleza se hicieron refugio y paraíso con relación al mal ambiente
de la casa.
Se
avergonzaba de sus padres, pero “al mal tiempo buena cara”, a pesar de que le
faltó algo de importante como amor y
ternura aprendió la vida por sí mismo, a crecer solo, siempre en la naturaleza
que haga “un sol de justicia” o que “llueva
a cántaros” encontró un refugio y la paz, así como en el sueño empezó a
proyectar otra vida, el desafío de encontrar lo que no conoció, el amor y la ternura…
A continuación…
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