Se cuenta la historia de amor tardío entre dos octogenarios. Elsa tiene 82 años, de los cuales 60 vivió soñando un momento simbólico ya ideado por Fellini: la secuencia de La Dolce Vita en la Fontana de Trevi. En esta ocasión, una secuencia similar, pero sin la actriz Anita Ekberg, sino con Elsa (China Zorrilla); y sin el actor Marcello Mastroniani, pero con Fred (Manuel Alexandre), ese amor que tanto tiempo tardó en dejarse ver. Es la misma escena con la que se inicia Elsa & Fred y que más adelante, en su final, se readaptará a estos nuevos personajes. El director, Carnevale, nos sumerge en la belleza artística de la famosa fuente romana, con sus aguas cristalinas y transparentes, en una noche azulada, al sonido de una apacible melodía. Seguidamente, la cámara se detendrá en la sugerente foto enmarcada de Elsa, en plena juventud, sobre un mueble de su hogar, para adentrarnos en este nuevo relato cinematográfico.
Alfredo tiene 80 años, dos menos que Elsa. Siempre fue un hombre de bien, fiel cumplidor de su deber. Comprometido con su único trabajo durante cuarenta años. Ahora, su reciente viudez le angustia, le entristece y le resta energías para seguir viviendo. Cuca, su única hija, intenta compensar este trance y le insta a mudarse con su inseparable perro, Bonaparte, a un confortable apartamento, donde tendrá a Elsa como vecina. A partir de este instante, todo se transforma. Elsa irrumpe en su persona como un ciclón, dispuesta a vivir, a ayudar a vivir y a disfrutar de la vida. Fred, como así lo llama, en un principio se muestra reacio, pero pronto se dejará llevar por el ritmo vertiginoso de Elsa, por su juventud, por su afecto y solidaridad, por su intrepidez e impulso, por su vitalidad, por su hermosa locura y dulce acoso. En definitiva, dos historias, la de Elsa y Alfredo, que al borde de sus vidas descubren la necesidad e importancia en las personas de valores como el respeto, la afectividad, la amistad, la vida, la paz, el sueño, la alegría y la felicidad.
La película transmite un canto ilusionado a la vida, a la esperanza y al amor. Es el deseo, como en la juventud, sin apagarse, sin recluirse entre las enfermedades y los achaques. Por consiguiente, si comparamos ambas películas se aprecia que el valor de la vida está más enraizado en Elsa & Fred, porque sus dos protagonistas se aman de verdad.
Aquí tienen la sinopsis elaborada por José:
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