Todo comienza a principios del siglo XIII, en 1217, cuando dos jóvenes se encuentran en el mercado de Teruel. Un flechazo. Isabel de Segura y Diego de Marcilla se enamoran. Isabel era la única hija de Pedro de Segura, un rico comerciante. Por su parte, Diego procedía de una familia de linaje pero que había perdido casi toda su riqueza por culpa de una plaga de langostas que arruinó sus posesiones en 1208.
El
tiempo pasa, los chicos se hablan, y Diego decide pedir la mano de Isabel. La
joven accede, pero con la condición de que el matrimonio sea aceptado por el
padre de ella. Pedro no consiente el enlace por tratarse de un chico sin posibles. Pero Diego de Marcilla tiene un plan: “Espérame
cinco años, Isabel, saldré en busca de fortuna y volveré para que nos casemos”. “Prometo esperarte cinco años, Diego”.
Y así es como arranca el segundo capítulo
de esta leyenda. Los dos enamorados separados, pero soñando cada día con volver
a reunirse. Pero cincos años son muchos, y el padre de
Isabel apremia a su hija para que se case. Ella se excusa
diciendo que había hecho voto de virginidad hasta los 20 años y que no debe
casarse hasta saber regir una casa.
Los cinco años llegan a su fin. “Hija, debes casarte”. Isabel duda, ha escuchado rumores de que Diego ha caído luchando contra los moros. Se dice que la propia familia de Isabel extendió esos bulos para forzar a la chica a casarse con Pedro de Azagra, señorde Albarracín y favorito del padre.
Finalmente, Isabel acepta, creyendo que
Diego ya no volverá. Pero la misma noche en la que finalizan los grandes
esponsales de Isabel y Pedro de Azagra, Diego regresa a Teruel. Sano, salvo y cubierto de honor y riqueza. Pero unas horas tarde…
Cuando Diego se entera de que Isabel se ha casada, corre a la residencia de la chica, sube por el balcón y, mientras Pedro duerme, ruega a Isabel un beso como prueba de amor, como prueba de que no ha roto la promesa. “Bésame, que me muero”, dice Diego. “Quiera Dios que yo falte a mi marido; por la pasión de Jesucristo os suplico que busquéis a otra”. Y Diego cae fulminado.
A la mañana siguiente, Isabel, rota de dolor, acude a la iglesia de San Pedro donde van a enterrar a Diego para concederle su deseo, para besar al amor de su vida. Y en
el mismo momento en que lo besa, muere. Y nace la leyenda.
Aunque las primeras historias sobre los amantes de Teruel ya se empezaron a
componer desde poco después de la muerte acaecida supuestamente en 1217,
no sería hasta el siglo XVI, con el descubrimiento de las momias de Diego e
Isabel en la iglesia de San Pedro, cuando comienza reelaborarse el mito
medieval incluyendo una versión del célebre Tirso de Molina, también
autor de un más que famoso Don Juan.
Versos25, óperas, esculturas y cuadros han intentado captar la esencia de una gran historia de amor que ha conquistado los corazones de la gente desde que se dio a conocer a mediados del siglo XVI. Entre ellos se encuentra la gran obra del pintor Antonio Muñoz Degrain (1840-1924), maestro de Pablo Ruiz Picasso, que se puede contemplar en el Museo del Prado de Madrid. El lienzo representa a una doliente26 Isabel, ya fallecida, abrazando el cuerpo sin vida de su amado.
En un tono más cubista y colorido, el pintor zaragozano Jorge Gay (1950), también se inspiró en los amantes al realizar su cuadro llamado El amor nuevo, que puede verse en el mausoleo de los Amantes, situado en Teruel, junto al boceto27 del cuadro de Degrain.
Pero sin duda, la pieza estrella de este edificio creado para honrar la
memoria de los enamorados, es la escultura de alabastro28 creada por Juan de Ávalos
(1911-2006). En ella se representan las figuras de Isabel y Diego con las
cabezas inclinadas ligeramente una hacia la otra y con la mano izquierda de
ella extendida hacia la de él, sin apenas rozarla, como símbolo de su amor
imposible. Bajo estas figuras reposan sus restos, sobre dos cajas de celosía
labradas29 en alabastro.
Además, la ciudad que los vio nacer celebra cada año las “Bodas de Isabel
Segura”. En estas fiestas, los turolenses30 se
trasladan31 al siglo XIII
llevando trajes medievales y participando en representaciones teatrales del
drama.
La música también se ha acordado de ellos. El compositor salmantino32 Tomás Bretón (1850-1923) les dedicó una ópera en 4 actos que fue estrenada en Madrid en el año 1889. Por último, la literatura ha querido honrar su memoria33 con varias obras de teatro que narran la historia de los enamorados. Entre las más famosas se encuentra Los amantes de Teruel, de Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880), que cerró su obra con la despedida de Isabel que resume todo lo que fue su historia: “El cielo que en la vida nos aparta nos unirá en la tumba”.
En el sitio Hablacultura se encuentra un artículo con su grabación.
Después de esta pequeña
lectura, volvamos al trabajo de la semana.
Páginas 84 y 93: revisión de los refranes
Pensar en enviar las fotos de las "obras" relacionadas con Chema
Madoz para la exposición.
El manuscrito de Niebla:
Temas
Personajes
Particularidades del idioma de la época
Ciudades
Coraje: Miguelita
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