viernes, 21 de enero de 2022

Otros finales del cuento "Sábado de gloria" Mario Benedetti


El fin del “Sábado de Gloria” por Bronagh

“El Lamento de él que debe quedar solo”

Cuando llegué a casa, el sol brillaba y todo estaba lleno de luz. ¡Qué ironía! La vida se reiniciaba, mi vida comenzaba de nuevo. Pero en primer lugar, tenía deberes. Había un montón de papeles del sanatorio y yo tenía que escribir cosas para explicar quién era Gloria – pero Gloria no estaba allí en estos papeles.

Hablaban de una mujer muerta pero quería evocar la sonrisa de la persona que conocía yo y de su amor para la vida. Quería sentir de nuevo el perfume de su pelo pero todo que lo que podía recordar era nuestra disputa sobre una actriz estadounidense. ¿Dónde estaba la persona que conocía y que amaba? ¿Esta conversación tonta debe quedar como la última imagen de Gloria, una imagen que permanecería conmigo por el resto de mi vida? ¿ Porque mis últimas palabras no fueron palabras de amor y de afecto? Alguien debe tener la culpa. Eso es. Alguien se había equivocado. ¿El medico porque no pudo salvarla? O quizás la enfermera que me dejó dormir. Sí, era la culpa del médico - era la culpa de todos porque ahora no envejecería con mi Gloria, no vería a nuestros hijos, ni a nuestros nietos. No hay justicia en eso.

El sol brillaba pero la habitación estaba fría y parecía vacía. Sí, la vida era injusta y yo tenía que aceptarlo ahora.

El fin del “Sábado de Gloria” por Magdalena

“Margaret Sullavan”

Elegir la huida

De repente ver al rostro y las ojeras de Gloria no lo fue soportable y tuvo ganas de volver a su casa. Se fue sin arrepentirse muy lejos de los médicos, los cirujanos y él dolor para relajarse y descansar.

Hablando con sigo mismo decidió desaparecer para abrazar sus sueños, se animó a compartir una vida de éxito con una bella actriz tal Margaret Sullavan dejando de trabajar, compartiendo con ella una casa llena de flores, acariciando sus jóvenes hijos con ternura y respirando tranquilidad.

No es glorioso .

El fin del “Sábado de Gloria” por Maria-Navi

Hoy es domingo,
Otra vez en casa, pero no llueve como ayer cuando me despierto.
De repente me asusto, Gloria, el dolor inaguantable, el taxi, el cirujano, el hospital, su madre, los hijos amables que no podremos tener durante nuestra vida, no podremos criarlos con ternura ni acariciar al perro que les dimos de regalo a los niños ... todos nuestros sueños han desaparecido ... Todo se mezcla en mi cabeza. Estoy perdiendo los estribos.

En la cama, Gloria no está.

Me sorprendí a gritar con toda voz : "Gloria, Gloria, Gloria". Silencio. Horrible silencio ... En aquel momento ya no pude llorar.

Entonces la vi, apareció en la puerta con dos vasos de leche y pasteles con mis calcetines puestos encima. Bella con su rostro espléndido, sus ojos, sus manos, sus orejas, me gustaba todo. Estaba sonriendo, se sentía bien, tuvo ganas de abrazarle y cuidarme de ella. Ya no iré a trabajar, me quedaré con ella a descansar, a preparar la comida y comprarle flores y decoraciones como a ella le gustan.

¿ Qué te pasa ? Me dijo. Parece que viste a un fantasma.

Ella respiraba, ella podía discutir, ella estaba viva.
¡ Qué alegría !
Todo lo había soñado yo ...

El fin del “Sábado de Gloria” por Cristina

No podía dejar de mirar a Gloria, de tocar sus manos, de sentir su piel, de acariciar su rostro.

Veía las ojeras desaparecer de sus hermosos ojos. Tenía gana de abrazarla, Gloria respiraba tranquilamente, el dolor había desaparecido.

Soñó de una vida donde cuidaría Gloria y compartiría momentos de ternura.

Dejaría de trabajar tanto, le prepararía buenas comidas en su casa donde cambiaría la decoración.

Se acordó que a Gloria le encantaba las flores y sobre todo tendrían hijos.

De repente, el cirujano vino hablar con él, con palabras amables le dijo de ir a relajarse, a descansar y sobre todo lo animo a mantener la esperanza….

El fin del “Sábado de Gloria” por Cathy

Esperando que Gloria se despierte me dormí y soñé .

En mi sueño vi a Gloria ,sus ojos ,su mirada, su rostro, sus manos, respiraba, no tenía más dolor.

Pronto dejaré el trabajo para volver en casa con ella, compartir con ella la vida, el amor , acariciarla.

Pero solo es un sueño !

El fin del “Sábado de Gloria” por Corinne

De repente me desperté. Gloria había desaparecido. Salí de la habitación como un loco desesperado, buscando una enfermera, un médico, temblando, vacilando.

Por fin vi al cirujano en el pasillo.

Me sentía angustiado, casi resignado cuando le pregunté con ojos espantosos»

- « ¿Se murió, se murió mi mujer, Doctor?

-No Señor, la hemos operado a las dos de la mañana. Usted estaba dormido. No hemos querido despertarlo. Vuestra mujer está fuera de peligro. Pero usted no puede verla todavía. Vuélvase a su casa . Tiene que descansar, relajarse. Por la tarde la podrá ver. »

No podía creerlo. Gloria estaba viva, viva. Me sentí aliviado, pensando en mi padecimiento de esas últimas horas, en todas mis reflexiones sobre lo que importa realmente en nuestra vida y cuales serían mis prioridades de aquí en adelante : Aprovechar el tiempo y sobre todo vivir con Gloria cada día como si fuera el último.

Cuando salí del sanatorio, estaba todavía lloviendo en la calle. Me di cuenta que estaba llorando. Me pareció mirando el cielo que toda esa lluvia se transformaba en lágrimas de felicidad absoluta.

El fin del “Sábado de Gloria” por Bruno

Son las cuatro de la tarde, alguien me sacude el brazo. Gloria aparece frente de mí y de inmediato comprendo que hice una pesadilla que le cuento con muchos detalles. Por fin, decidimos reconciliarnos con muchas caricias, la firme voluntad de tener al menos un niño o una niña y tomar unos días para descansar al sol, a la orilla del mar.

Son las seis y media de la mañana de un lunes lluvioso. Me estoy afeitando frente al espejo pero no veo mi rostro sino la imagen de Gloria. ¡Ay! Me he cortado la mejilla. A menudo eso es el presagio de un día lleno de molestias en la oficina o de mal humor de pan duro, el jefe.

Como cada día de trabajo corro las cuatro cuadras para tomar el ómnibus. Lo veo a lo lejos y apresuro el paso para no perderlo aunque sea sin aliento. Ya, casi puedo introducirme en la plataforma que no he visto el tranvía escondido. Cuatrocientos ojos atemorizados están mirándome desangrándome.

De repente, la noche.
 

El fin del “Sábado de Gloria” por Miguel

De costumbre, cuando Gloria, mi mujer, se despertaba de la siesta, a las tres y media, tranquila y relajada. Pero esta tarde, de repente vi unas ojeras y una extraña expresión de cansancio. Agarré sus manos que estaban muy calientes. Puesto que respiraba con mucha dificultad, no podía hablar. Miré sus labios que parecían decirme “Tengo miedo como si fuera la última vez que…”

Su boca tan bella había desaparecido bajo el dolor. Sin dejar de observarla, cogí el teléfono para llamar a un médico pero sin existo y continué haciéndolo cada dos minutos desesperadamente. A las seis y media, por fin, respondió una voz femenina que si todo iba bien estaría en nuestra casa en menos de quince minutos. Para colmo se golpeó contra la puerta poco tiempo después…

Apareció como por milagro una joven y guapa mujer.

- ¿Soy la doctora María Jesús Fernández, dónde está la señora?, me dijo.

- Aquí, doctora, ¡aquí!

Ella vio a Gloria con gravedad. Acarició su rostro, su cuerpo, su vientre muy voluminoso… Al mismo tiempo me preguntaba algunas cosas: desde hace cuánto tiempo estaba así, qué había comido desde ayer… y otras que no entendí. Mi mujer mostraba tener mucho dolor en su estómago, gritaba, forcejeaba, sufría cada vez más.

De repente, la doctora me animó con un sonría:

- ¿Señor, dónde está el teléfono? Tengo que llamar a una ambulancia para ir a la maternidad. 


El fin del “Sábado de Gloria” por Miguelita

A las cuatro y media, de repente, me desperté, y vi que Gloria había desaparecido de la habitación. Un miedo inmenso me paso por la mente.

¿Qué había sucedido? ¿por qué no estaba aquí? ¿Quién la había llevado, y adónde?

Me arrepentí haber dormido, y no haber cuidado de ella durante este tiempo. Entonces, me levanté, y me fui a encontrar al médico por los corredores del hospital. Finalmente, una enfermera me dijo que el cirujano había intentado una intervención delicada, y que ahora no había más que esperar el despertar de Gloria.

Entonces, regresé al cuarto, e intenté relajarme, esperando la buena noticia.

De manera curiosa, me fui durmiendo, haciendo sueños, parecidos a los de antes, pero con Gloria curada, bella, tranquila, casi sin dolores, o por lo menos aguantables… Nos imaginé regresar a nuestra casa sintiendo sus manos rodeando mi cintura, y yo abrazándola, mirando a su rostro, con sus ojos alegres como antes, acariciando sus orejas bonitas …

A las ocho de la mañana un médico vino, y me sacudió el brazo ligeramente para despertarme. Tenía que decirme una buena noticia: Gloria había pasado bien la operación, y no tardara en abrir los ojos… Esas palabras me ayudaron a animarme, y entonces, una alegría grande me invadió, y no supe que hacer para agradecer al médico.

Debí esperar dos horas más para poder ver a Gloria, cansada, pero respirando sin problema, con tranquilidad, abriendo los ojos para verme al extremo de su cama. Y ahora me sonría.

Un arrebato de alegría me invadió: la vida iba a volver mejor que antes, de manera más profunda, disfrutando el momento presente, discutiendo cosas y otras, escuchando al otro con atención, intentando entender las ganas del otro, construyendo un hogar con hijos amables, alegría …

El fin del “Sábado de Gloria” por Michèle

De nuevo alguien me sacudió el brazo con bastante energía y sentí manos acariciando mi frente con ternura. Abrí los ojos : ... Gloria estaba inclinada sobre mí, con rostro sonriente. "¡Por fin te despiertes! que angustioso debía de ser tu sueño, porque gritaste mucho y te agitabas bastante...."

Miré alrededor y reconocí mi casa ; entonces puse de nuevo mis ojos hacia Gloria y la vi bella, sin ojeras, respirando con tranquilidad.

Entonces supe que todo había sido una pesadilla ; el médico, el dolor, la clínica, la idea de cirugía, todo eso no existió y fue nada más que la consecuencia de mi cerebro perturbado por nuestro desacuerdo relativo a Margaret Sullavan y al compañero de trabajo de Gloria. A la contrariedad del malentendido se había añadido el cansancio profesional por lo cual ya llevaba aun varias semanas con una mente fragilizada.

Los dos nos relajamos, discutimos, nos arrepentimos, decidimos tratar de cambiar nuestro modo de vida.

Gloria cocinó una buena cena, yo preparé una bella decoración en la mesa y la sala de comer, puse música para animarnos y luces tamizadas para ayudar a nuestros deseos de proyectos futuros.

 

El fin del “Sábado de Gloria” por Juanita

Muy cansado, me empecé a dormir. Cuando desperté, Gloria estaba en su cama, quizás muerta. Pero una enfermera llegó con un termómetro en la mano. - "37,5 grados", dijo, "está mejor. Si el médico está de acuerdo, podréis ser en su casa a las once."


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