El Amparo
El primer largometraje de Rober Calzadilla,
joven y prometedor director venezolano de 42 años fue propuesto por el festival
Ojo Loco 2017.
Esta película madura y conmovedora es bien
una obra de ficción. Pero se inspira de la masacre de Los Colorados el 29 de
octubre de 1988 cerca del Pueblo llamado El Amparo en la frontera entre
Venezuela y Colombia.
Los hechos habían ocurrido durante la
presidencia del socialdemócrata Jaime Lusinchi (1984-1989). Dieciséis hombres
de este pueblo muy pobre habían ido por una salida de pesce por encargo. Pero
solamente dos de ellos fueron recuperados vivos y despavoridos por la policía
local.
A partir de ese momento estuvieron en
conflicto dos versiones. La versión “oficial” del Ejército en que un escuadrón
militar había matado a catorce guerrilleros que tenían como objetivo detonar
una instalación petrolera. El Ejército no precisó si fuera colombianos o
venezolanos.
Al contrario, los dos pescadores
sobrevivientes, apoyados por Mendieta, un policía local, declararon la verdad,
no su verdad: se habían ido a una salida de pesce y estaban yendo a una
emboscada.
Aquí, no importa si fue un error o una
trampa de los militares. Lo esencial está en otra parte, en la confrontación
entre dos posiciones. De una parte, la mentira del Estado impulsada por el coronel,
por el diputado del partido gobernante y por el abogado deshonesto enviado por
el Gobierno para extorsionar una falsa confesión a Arias y Pinilla los
pescadores. Por otra parte, a pesar de la potencia estatal, y tras las primeras
vacilaciones, la dignidad se revela entre los aldeanos. Nada va a poner de
rodillas a los dos sobrevivientes y a las viudas y huérfanas de El Amparo; ni
las amenazas veladas, ni las promesas de plata, ni el chantaje de las
autoridades.
Así cuanto más crece la mentira “oficial”,
más el heroísmo de esta gente muy ordinaria resulta tenaz y solidario. Aparece
como un ejemple de coraje Arias cuando declara “preferir morir diciendo la
verdad” que vivir renegándola y traicionando a sus infortunados compañeros.
Pero nunca cae en el pathos inútil la
realización. En una puesta de escena bien controlada, Rober Calzadilla supo
mezclar estrechamente actores profesionales y aldeanos. Para lograrlo, hizo
cohabitar durante dos meses su equipo de rodaje y los habitantes a la casa de
quién se había instalado.
Durante el debate con los espectadores en
la sala del Méliès, el director aclaraba que esta ocultación del Gobierno
habría sido la misma independientemente de su color político: derecha, centro,
o izquierda.
Esta precisión es importante porque nos
dice que la máquina trituradora del Estado puede florecer en todas las
latitudes, que es por desgracia una constante universal.
El
22 de mayo de 2020.
Jean-Jacques Pellegrin
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