miércoles, 27 de mayo de 2020

El Amparo o el arquetipo de la mentira del estado


El Amparo

El primer largometraje de Rober Calzadilla, joven y prometedor director venezolano de 42 años fue propuesto por el festival Ojo Loco 2017.
Esta película madura y conmovedora es bien una obra de ficción. Pero se inspira de la masacre de Los Colorados el 29 de octubre de 1988 cerca del Pueblo llamado El Amparo en la frontera entre Venezuela y Colombia.
Los hechos habían ocurrido durante la presidencia del socialdemócrata Jaime Lusinchi (1984-1989). Dieciséis hombres de este pueblo muy pobre habían ido por una salida de pesce por encargo. Pero solamente dos de ellos fueron recuperados vivos y despavoridos por la policía local.

A partir de ese momento estuvieron en conflicto dos versiones. La versión “oficial” del Ejército en que un escuadrón militar había matado a catorce guerrilleros que tenían como objetivo detonar una instalación petrolera. El Ejército no precisó si fuera colombianos o venezolanos.
Al contrario, los dos pescadores sobrevivientes, apoyados por Mendieta, un policía local, declararon la verdad, no su verdad: se habían ido a una salida de pesce y estaban yendo a una emboscada.

Aquí, no importa si fue un error o una trampa de los militares. Lo esencial está en otra parte, en la confrontación entre dos posiciones. De una parte, la mentira del Estado impulsada por el coronel, por el diputado del partido gobernante y por el abogado deshonesto enviado por el Gobierno para extorsionar una falsa confesión a Arias y Pinilla los pescadores. Por otra parte, a pesar de la potencia estatal, y tras las primeras vacilaciones, la dignidad se revela entre los aldeanos. Nada va a poner de rodillas a los dos sobrevivientes y a las viudas y huérfanas de El Amparo; ni las amenazas veladas, ni las promesas de plata, ni el chantaje de las autoridades.


Así cuanto más crece la mentira “oficial”, más el heroísmo de esta gente muy ordinaria resulta tenaz y solidario. Aparece como un ejemple de coraje Arias cuando declara “preferir morir diciendo la verdad” que vivir renegándola y traicionando a sus infortunados compañeros.

Pero nunca cae en el pathos inútil la realización. En una puesta de escena bien controlada, Rober Calzadilla supo mezclar estrechamente actores profesionales y aldeanos. Para lograrlo, hizo cohabitar durante dos meses su equipo de rodaje y los habitantes a la casa de quién se había instalado.

Durante el debate con los espectadores en la sala del Méliès, el director aclaraba que esta ocultación del Gobierno habría sido la misma independientemente de su color político: derecha, centro, o izquierda.
Esta precisión es importante porque nos dice que la máquina trituradora del Estado puede florecer en todas las latitudes, que es por desgracia una constante universal.

El 22 de mayo de 2020.
Jean-Jacques Pellegrin

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