El Museo de Bellas Artes de Lyon presenta hasta el 2 de marzo de 2025 una exposición Zurbarán (1590-1664). Está nombrada:
«Reinventar una obra maestra»
Los conservadores han elegido la obra más relevante del museo, "San Francisco de Asis" (1636) y han decidido compararla con otras idénticas que están en los museos de Barcelona y de Boston.
La
meta de esta exposición es presentar la influencia del cuadro en la iconografía
de la época y cómo influyó en el trabajo de los artistas hasta ahora.
Entramos paso a paso. La pintura del siglo de oro es sombría, pero encuentro mucha luz en la primera sala: una gran pintura de Cristo en la cruz. Su presentación me conmueve: el cuerpo gira un poco a un lado, los pies el uno al lado del otro; el paño blanco ilumina el cuadro. Al lado dos bodegones admirables, él «de los potes» (1650) y un "Agnus Dei" (1635), muy delicados: notamos verdaderamente cómo Zurbarán trabaja el color blanco y los efectos de luz. Por la otra parte, el "velo de Verónica" suspendido y en el cual se destaca en ocre la difuminada figura de Cristo.
En
las salas siguientes están representaciones del Santo, visto por El Greco
(1541-1614), Paul Rubens (1577-1640) o Georges de la Tour (1593-1642), y
también otra de Zurbarán (el "Santo de rodillas") - que yo no conocía mucho (¡a
pesar de la del Greco!); están en éxtasis o meditación y llevan el cráneo
humano que era preciso llevar para meditar - según los preceptos de Santo
Ignacio de Loyola.
Acompañadas de varias tallas de madera, nos acogen ahora las pinturas de gran tamaño de San Francisco de los museos esos de Lyon, Barcelona y Boston. Son casi idénticas; San Francisco está de pie, orante con los ojos en blanco, el cutis muy blanco, los brazos en las mangas, con estigmitas y con la cuerda y sus nudos, símbolos de penitencia, pobreza y castidad. Parece que está vivo, dicen que tal como le habría encontrado el Papa Nicolas V en la cripta de la iglesia San Francisco de Asís en 1449.
El cuadro de Lyon ha sido restaurado gracias al evento de esta
exposición y han aparecido los pies del Santo. Entre las tres pinturas se notan algunas leves
diferencias, debidas a que Zurbarán tenía ayudantes y que su taller repetía esa
pintura que tuvo mucho éxito.
En
su época, Zurbarán pintaba un Santo solitario, mientras que otros pintores le ponían
en escenas como la visita del Papa en la cripta (Thomas de Leu, 1660) o la
tumba del Santo (Laurent de La Hyre, 1499) donde aparecen muchos personajes.
En Lyon la pintura tuvo mucho éxito y al inicio del siglo XIX unos pintores regionales crearon obras que se inspiraban de Zurbarán (Le Sár Peladan de Alexandre Séon, 1891 o Zurbarán trabajando de Louis Debras, 1888).
En Lyon también, donde la escuela de Bellas Arte era (y es todavía) importante, se inició reproducciones al aguafuerte (1855) y pocos años después impresiones fotográficas… y hasta postales. En 2021 el fotógrafo Eric Poitevin reanudó ese tema y técnica: presenta aquí siete impresiones del cuadro del Santo Francisco de Lyon que van de la subexposición a la sobreexposición. Muy interesante, su trabajo me conmovió mucho. El museo evoca igualmente las reproducciones del Santo que se difundieron gracias a medios digitales e impresos.
Acaba la visita con la moda. Designadores como Balenciaga, Madame Grès o Alaïa se inspiraron del vestido del Santo para unas de sus creaciones.
No piensen que esta exposición es una historia de la pintura de Zurbarán. Sólo presenta un tema del siglo de oro. Dice cómo el pintor logró concebirlo y cómo los artistas lo han integrado a su producción hasta hoy. ¡Vale la pena!
Juanita
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