lunes, 9 de febrero de 2015

El cuento « Un día de éstos » de Gabriel García Márquez rehace por los alumnos

Macondo, el 8 de enero de 1962

¡La escuela cerrada por el Alcalde!

Ayer una pelea ocurrió entre dos niños en la escuela: Miguel, el hijo del Alcalde y Pablo el del dentista.
Miguel amenazaba a Pablo con un revolver porque su padre había curado sin anestesia la muela de su padre. Pablo, que había también recuperado el revolver de su padre, clamaba para defender a su padre y denunciar la violencia y la corrupción del Alcalde.
Alertado por el ruido y los otros niños muy atemorizados, el maestro separó los dos adversarios, recuperó las dos armas y delante de  todos  los alumnos empezó a explicar la situación y naturalmente a denunciar la violencia y la corrupción.
Paz y tranquilidad volvieron en la clase pero el maestro fue convocado a la alcaldía e inmediatamente trasladado en otro pueblo. Entonces, esperando un nuevo maestro, la escuela está cerrada.         
                                                                                                          Agnès


MACONDO,  el martes 13 de enero de 1962
  
Nuestros conciudadanos conocen la maestría de Don Aurelio Escovar quien en su juventud se quemó las pestañas estudiando su oficio, y hoy cura a muchos Macondianos con destreza y éxito. Así, cuántas noches de desesperación, cuántas mejillas hinchadas se desvanecieron gracias a sus intervenciones fulgurantes.
Pues, hoy, nuestro querido alcalde, sin embargo tan ocupado y tan valiente para aguantar el dolor, fue constreñido a recurrir a su arte. El absceso que había impedido al jefe de nuestra ciudad procurarnos sus favores, fue circunscrito, la cordal extraída, y el dolor vencido. Como antes podremos  volver a vivir en paz, el corazón ligero.
Y al refrán: « En trece y martes, ni te cases, ni te embarques » añadiremos: « Si no, tus muelas cures », o contestaremos por otro refrán: « Quien no se atreve, no pasa el rio…»
André


Poco antes del amanecer, cuando la mayoría de los habitantes del pueblo todavía estaban durmiendo, salía de su casa el teniente Salvador Gómez, alcalde de Macondo. Caminó solo en las calles desiertas y pronto llegó al gabinete de Don Aurelio Escovar, el único dentista del pueblo y de los alrededores. Habría querido evitar la ayuda de Don Aurelio, pero desde hace cinco días, le dolía una muela y ahora no podía soportar la tortura.
El dentista examinó el diente, vio que había un absceso y decidió que no podía anestesiarlo. Así, durante algunos interminables minutos, el alcalde sufrió otra forma de tortura. Pero pronto volvió él mismo. Se despidió con un displicente saludo militar y se alejó. Dos gallinazos lo acompañaron hasta su casa.
Annie


Arreglo de cuentas en el pueblo


Diez guardias entraron a un gabinete de dentista porque oyeron fuertes gritos.
¿Qué pasaba?
¿Quién era el hombre sentado sobre una vieja silla de madera, la boca abierta?
¿Quién era el otro que  llevaba una camisa a rayas con un botón dorado?
Era una historia de muela sin anestesia.
Los actores: el alcalde y el dentista.
Dolor de muela
Dolor de poder,
Poder de uno tras otro,
Desconfianza, vergüenza, pobreza, riqueza,
Todos los sentimientos movían hacia la luz de la situación.
¿Quién va a pagar?

Brigitte


Un pueblo en ninguna parte

Yo estaba de viaje en Colombia, y decidí de salirse de los caminos trillados para descubrir el país lejos de las ciudades y de los sitios turísticos.
Un día, llegué en un pueblo sin nombre, al principio de la tarde. Había una gran plaza rodeada de casas con pisos, y en el centro un árbol enorme; pero sus largas hojas parecían grises y llenas de polvo. No se podía ver a nadie, ni siquiera un perro, el calor era sofocante, el sol brillaba en un cielo casi blanco.
Continué a pie, y conseguí encontrar un café en una pequeña calle, ya que tenía una sed indescriptible. En este café a la antigua, había pocos clientes, pero una mujer parecía tener ganas de hablar conmigo. Le pregunté si en este pueblo, había tiendas, un médico, un farmacéutico, se rió, y contestó que en un almacén miserable se podía comprar los productos de primera necesidad, pero en lo que concierne a un médico o un farmacéutico, no había nadie. Desde hace veinte años, un dentista trabajaba aquí. Pero un día, al alcalde le dolió un diente, y esperaba que el dentista lo curara. El dentista rechazó. Es necesario decir que el alcalde era un hombre detestado en el pueblo. Entonces el alcalde sacó su arma y le pegó un tiro. El dentista fue herido y decidió irse.
Ninguno dentista, o médico, o farmacéutico tuvo la idea de venir a establecerse en este pueblo.
Christiane


De Santiago Peregrino, correspondiente del Tiempo en Macondo:

Los funerales del Alcalde

Ayer a las tres de la tarde fueron celebrados los funerales del Alcalde de Macondo, falleció tres días antes. La importancia del evento había conducido a cambiar la fecha de la riña de gallos programada a la misma hora. En el momento del funeral en la iglesia, todos los delegados de la municipalidad y de los latifundistas llenaban el edificio, demasiado pequeño en esta ocasión. Afuera sobre las escaleras y bajo una lluvia tropical, un puñado de campesinos apenas curiosos arrastraban los pies acompañados de tres perros famélicos y dos gallinas desplumadas.
El Padre Hector Uribe, cura de la parroquia, hizo el elogio del difunto cuyo el sentido acerado de la justicia y la firmeza habían permitido de erradicar todas las tentativas sediciosas desde hace cinco años. El ataúd fue llevado por ocho de los más eminentes latifundistas para rendir homenaje al incomparable dirigente.
¿De qué falleció el Alcalde que tenía 45 años solamente? El diagnóstico el más probable sería una infección dental.
Por otra parte, hemos aprendido que el dentista de los pobres, Don Aurelio Escovar, sin lazo parental con Pablo Escobar, habría declarado ser interesado al cargo de alcalde cuando una elección democrática será posible de nuevo.
Jean-Jacques


El Macondo libre: Misterio en la calle mayor

Desde hace quince años Eugenio, nuestro panadero, se siente libre durante cinco minutos cuando la hornada está cociendo. Está esperando que la luz suba entre la casa municipal y la tienda del Don Aurelio Escobar, nuestro dentista. Este día, el primer de la primavera, el sol va a aparecer exactamente durante estos sagrados cinco minutos. Es lo que ocurrió. Pero, de repente, el café que está bebiendo se derramó  cuando Eugenio se saltó al ruido de una detonación. A la izquierda  descubrió un agujero pequeño en la ventana principal.

Nuestro enviado especial, el peón caminero dice que había visto el alcalde correr a toda velocidad y entrar gritando en casa de Eugenio.

Después del almuerzo la señora Rebecca  pidió a Don Aurelio de hacer algo para arreglar la muela que se rompió cuando comió pan.

Robert


Macondo, el martes 13 de enero de 2013

Las desgracias del Alcalde

            Hacía algunos días que el alcalde no estaba bien, este hombre, determinado y muy respetado de la población porque conocido por “ser de gatillo fácil”, desde hace algunos días tenía una cara cansada con la mejilla izquierda hinchada y cubierta de barba, hasta los gallinazos en el caballete de las casas no parecían comprender. En las tiendas del pueblo, el alcalde hacía “objeto de chismorreos”, se hablaba de un posible problema de diente y la gente de decir “dolor de muela es mal amores” había aire de venganza, es decir que mucha gente “tenía ojeriza” a este hombre resultado de su manera  expeditiva de resolver los problemas del pueblo. Finalmente nuestro hombre, “armado hasta los dientes”, se resolvió ir a ver Don Aurelio Escovar el dentista, enemigo de siempre pero en este caso amigo por necesitad, el cual “sin despegar el pico” le extrajo la única diente del juicio que se le queda… de repente en el pueblo, la gente vuelve a casa, los gallinazos escogieron un tejado un poco más lejos y además empezó a llover…

Santiago

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