miércoles, 3 de febrero de 2021

Club de cine: la película del mes "Un lugar en el mundo"

Adolfo Aristarain (productor argentino y español desde 2003 por real decreto “en mérito a su aporte a la cultura hispanoamericana” – y ahora miembro de la Real Academia) le hubiera gustado que su película rodada en 1992, UN LUGAR EN EL MUNDO, representaría y competiera en los Oscar para la Argentina, pero los miembros de la selección la rechazaron. La presentó en el Festival de San Sebastián donde la premiaron de la Concha de Oro. Obtuvo también el Goya para la mejor película de habla hispánica.

El joven Ernesto está de paso en su pueblo natal. Al final de la película sabremos que el padre ha muerto poco antes, ya que le vemos delante de su tumba contándole que ahora vive en Madrid donde estudia medicina pero que no sabe si se va a quedar allá.

Recuerda la vida que vivió en ese pueblo con sus padres.


Su padre era maestro y su madre médica en el centro de salud.

Suponemos que los padres eran militantes y que se han alejado de Buenos Aires (¿refugiado en ese pueblo?). El padre fundó con los campesinos de la comarca una cooperativa para vender la lana de las ovejas, para que el terrateniente Andrada no les robará y para que tuvieran una vida mejor.

Descubrimos la vida de todos los días: qué pobres eran las casas, cómo los niños llegan a la escuela ubicada en una sala de la casa (¿era oficial esta escuela?) donde Ernesto y su padre les dan de comer antes de la clase, el trabajo de la madre en el centro de salud donde acude una población pobre de campesinos, el cuidado de las ovejas, el gusto a los caballos, la feria y las carreras con el tren que hace Ernesto con su caballo.

Entendemos lo atrasado que era la mentalidad de la época al ver el padre de Luciana, su enamorada, que le prohíbe aprenderle a leer y prestarle libros.  Entendemos también la dominación del terrateniente, falso y ladrón – y por supuesto antipático.

En la estación al acabar una carrera, Ernesto conoce a un geólogo español, Hans, que viene para buscar petróleo, según dice. Hans pasa tiempo con Ernesto (que está reflexionando acerca de su carrera) y su familia, da clases de geología a los alumnos. Pero, este geólogo tan simpático sabía por qué lo había contratado Andrada: él sabía que el estado iba a construir una represa, así que quería comprar a bajo precio las tierras de los campesinos para venderlas después al estado con beneficio. Ese Andrada no para, asusta a los campesinos y cuando ellos ven que se instalan las oficinas de la represa, deciden venderle su lana en vez de esperar un buen precio con la cooperativa. Eso no le sale bien al padre que pone fuego a la granja donde almacenan la lana.


Con su madre, Ernesto sale de su pueblo a estudiar a Buenos Aires, mientras su padre quién dice que no se puede ir se queda. No va a volver.

Me interesó mucho conocer la vida campesina en la Argentina de los años 90 y la lucha de los ricos contra los campesinos; la índole de los padres que siguen fieles sus convicciones, pero lo que más me conmovió es la bondad. La bondad de los padres respecto a su hijo y el amor que ese les proporciona, ¡qué emocionante ver cómo se preocupa el padre por su hijo!, ¡cómo le anuncia que han decidido que tenía que ir a Buenos Aires por sus estudios!

Es una película con aspecto sociológico, pero sobre una película de amor. Así dice Ernesto ” sin el amor exagerado que me dio mi papa yo hubiera sido mucho menos feliz”.

Juanita, el lunes 1 de febrero 

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