Ana Murugarren dirigió, en 2017, la última película que vimos en el club de cine.
Esta peli es española y basada en la novela de Ramiro Pinella, La Higuera (2006) y parece bastante fiel hasta en los diálogos.
Fue rodeada en Vizcaya, en la localidad de Guecho y presenta la post guerra en esta región; la película «saca los trapos al sol».
Un grupo de falangistas, dirigido por el hijo de un empresario, Pedro Alberto, que ha sido asesinado por los Republicanos, ha pasado» once meses matando a gente» durante la noche.
Dice Pedro Alberto «ejecutamos, limpiamos y purificamos»
Una noche, cuando van a por un maestro, uno de los falangistas, Rogelio, se topa con la mirada del hijo, un crío. Esta mirada va a cambiar su vida: poco a poco se separa del grupo y con la ayuda de la mujer del alcalde, va a empezar una vida ermitaña. Vida ermitaña para cuidar del esqueje de la higuera que plantó el niño sobre la tumba de su padre y su hermano.
La higuera va a desarrollarse hasta conseguir un tamaño adulto; la película desarrolla varios temas.
Podemos pasar por alto la «santidad» de Rogelio con los rezos, los rosarios, las peregrinaciones y las romerías, para listar los temas sobresalientes.
El más espantoso es la misión purificadora que se otorgan los falangistas, que «trabajan» siempre de noche, se apropian las casas, asustan a la población.
El más conmovedor es el dolor de las familias que ven a sus familiares arrestados, a menudo sin motivo, más bien por venganza o por codicia. Hay que saber que él que denuncia recupera los bienes. Con los ojos del niño es aún más fuerte; está aterrorizado, pero supera su susto y va a dominar a Rogelio.
El más histórico es la referencia a la Biblia. La higuera está presente desde el Genesis hasta el Apocalipsis; la higuera da muchas frutas, que se pueden comparar a cristianos; los muertos siguen viviendo a través de las higueras. Aquí es muy fuerte el símbolo de la higuera que el crío planta en la tumba.
El más conocido es el debate acerca de la educación y la religión. Después de siglos de dominación de la Iglesia, pasa la educación a los Republicanos, un soplo nuevo con menos dogmas, más formación y nuevas prácticas. Lo que hace que los Republicanos sean proseguidos por los Falangistas. Sin embargo, en esos años la religión católica y el seminario sigue siendo una oportunidad para los chicos pobres.
La película nos presenta un catálogo personajes muy fuertes, desde Rogelio iluminado hasta el niño (que no tiene nombre) pasando por Pedro Alberto, violento, cruel; por Cipriana a quién no le gusta cómo se comportan los falangistas y ayuda a Rogelio a escapar; por Benito, recién nombrado alcalde y que parece muy soso; por Luis que trata ayudar a Rogelio; por Ermo, hombre vil e interesado, que se somete a los órdenes de Rogelio.
La pandilla esa se la ve a la post guerra y mucho más tarde cuando temen que sea abierta la tumba, testigo de sus crímenes, cuando vienen para convencer a Rogelio que tiene que mudar.
Se les ve bárbaros, lo que demuestra que, a pesar de la educación, de los puestos y beneficios obtenidos, no han cambiado.
Hay que notar que el libro se escribió y la película se rodeó cuando España estaba preparando la ley de Memoria Democrática (promulgada en octubre 2022) que reconoce a las víctimas del golpe de Estado, la Guerra de España y la dictadura franquista y abre el paso a una terapía colectiva: es preciso enseñar lo que pasó porque «el olvido no es opción para una democracia».
Perdonar y avanzar para no volver a repetir lo sucedido.
El final de la película demuestra lo útil que es.
Juanita
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