sábado, 17 de marzo de 2018

MARÍA IZQUIERDO

María Izquierdo, 1902 – 1955 artista plástica mexicana 

Nacida en San Juan de los Lagos, Jalisco, María Izquierdo se casó con un militar siendo muy joven. Con dos pequeños hijos, se separó de su marido y se mudó a la ciudad de México en una época en que era muy osado para una mujer divorciada el vivir sola y ser pintora. Ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes donde estudió bajo la tutela del pintor Germán Gedovius. Tuvo su primera exposición individual en la ciudad de México en 1929, y poco después mostró su trabajo en el Arts Center de Nueva York. En este mismo año, Izquierdo se involucró sentimentalmente con Rufino Tamayo, y durante cuatro años fueron compañeros y compartieron estudio. Las obras producidas por ambos a finales de los veinte y comienzos de los treinta presentaban varias correspondencias e influencias mutuas estilísticamente. Representaron temas semejantes incluyendo naturalezas muertas, retratos y desnudos. Sus paletas eran también similares. Tamayo compartió con Izquierdo sus conocimientos, enseñándole la técnica de la acuarela. En 1936 adoptó algunos principios del surrealismo, debido a su amistad con el poeta Antonin Artaud, que visitaba México en ese tiempo. Definió su trayectoria bajo la influencia de las ideas de vanguardia como de diversas manifestaciones de la cultura popular. Como mujer artista sufrió por el monopolio de los muralistas Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, quienes bloquearon sus esfuerzos por pintar murales en la ciudad de México. Murió de una embolia en 1955. "En reconocimiento a su obra pictórica, la Unión Astronómica Internacional (UAI) bautizó un cráter de Mercurio con el nombre de la artista plástica mexicana María Izquierdo (1902- 1955)".
Alegoría de la libertad
Pinchando aquí pueden ver un análisis de este lienzo

Esta alegoría de María Izquierdo, pintada en 1937, probablemente fue realizada poco después de la Alegoría del trabajo (colección Blaisten) En esta misteriosa imagen, el denso humo negro de una chimenea crea una criatura fantástica y apocalíptica: la libertad, un ser blanco y alado que lleva una antorcha dorada en una mano y, con la otra, agarra salvajemente el negro y largo cabello de cinco cabezas de mujer. La libertad vuela en ascenso con sus trofeos de guerra, dirigiéndose hacia el oscuro cielo nocturno más allá de la luna creciente, rodeada por los mismos rayos de fuego dorado que aparecen en la Alegoría del trabajo y en otras obras suyas de esta etapa. Irónicamente, la imaginería de la obra atenta contra la nobleza del título, ya que la tradicional figura alegórica de la libertad alada llevando una antorcha, aquí carga evidencia de muertes violentas, quizás perpetradas por ella misma. El cuadro podría ser también un comentario igualmente irónico sobre los sacrificios considerados necesarios para alcanzar la libertad. Las mujeres decapitadas son víctimas de poderes fuera de su control, y el sentido del sacrificio se hace evidente en esta imagen. Las cabezas aluden a las imágenes del sacrificio ritual del arte prehispánico, donde los guerreros también agarraron el cabello de sus víctimas arrodilladas. El nacionalismo de Izquierdo partía de un fuerte indigenismo, y la artista muchas veces afirmó que la cultura indígena tanto del pasado como del presente era el cimiento del arte mexicano moderno. Sin embargo, a diferencia de la obra de muchos pintores mexicanos del momento, no recurrió a los motivos precolombinos en forma explícita ni realizó imágenes de indígenas exóticas. En Alegoría de la libertad, la humeante chimenea ubica la escena en el espacio urbano contemporáneo, e Izquierdo utiliza la violencia hecha alegoría, con rastros del pasado indígena, para subrayar la problemática de las mujeres en el México de los años treinta.
Alegoría del trabajo
La Alegoría del trabajo de Izquierdo es uno de los mejores ejemplos de la fase esotérica de su obra, que fue inspirada por la visita a México del surrealista francés Antonin Artaud en 1936. Artaud percibió al paisaje mexicano como una poderosa, incluso amenazante zona llena de fuego; su interés en los ritos prehispánicos del sacrificio ritual y en la astrología alimentaron su deseo, más bien romántico, por aprender de los grupos indígenas contemporáneos. Es probable que Artaud haya conocido a Izquierdo poco después de llegar a México, y entre ambos parece haber surgido una estrecha amistad. Luis Cardoza y Aragón recordó después que ?La única época en que lo vi calmado [a Artaud] fue cuando vivía en casa de María Izquierdo. Parecía feliz, como en familia, tranquilo.? Aunque desde principios de los treintas las pequeñas acuarelas y gouaches de Izquierdo ya evocaban un misterioso ambiente rural con desnudos entre ruinas, fue en obras como Alegoría del trabajo que alcanzó un misticismo poco común. Influida por las ideas de Artaud sobre la cultura prehispánica, su pintura empezó a distinguirse por un nuevo énfasis en la interacción violenta entre mujeres desnudas, cuerpos cósmicos y rayos de fuego de color naranja dorado. En este cuadro, una mujer desnuda y desesperada se inclina y se cubre el rostro con las manos, en un amplio paisaje de colinas rojas y doradas. Sobre ella se eleva una figura que semeja una deidad, con un amenazante par de piernas masculinas que surgen del cielo nublado, y que se conecta con una esfera dorada cubierta con símbolos lunares y estelares. Los rayos de fuego disparadas por la esfera se extienden por el todo el paisaje. El título y la iconografía de la obra son un misterio. ¿Qué tipo de ?trabajo? se hace aquí? La mujer encogida y la amenazante presencia masculina, con una fuerte connotación sexual, podrían indicar que se trata de un comentario alegórico sobre la explotación femenina.

Agnès

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