miércoles, 29 de enero de 2025

Hernán Cortés y la conquista de México

Hernando nació en 1485 en Medellín, un pueblo de la provincia de Extremadura. A la edad de quince años, sus padres lo enviaron a estudiar a Salamanca, pero dos años después decidió regresar a su pueblo para dedicarse a la vida militar. En 1504, Cortés embarcó hacia América, llegando a Santo Domingo, donde trabajó para el Ayuntamiento.

Poco después, Cortés participó en la campaña de Cuba junto a Diego Velázquez, quien le prometió tierras y esclavos. Cortés demostró gran inteligencia y habilidades para escribir, hablar y liderar, ganándose una reputación y acumulando riquezas. Se casó con Catalina Juárez.

Tras el fracaso de varias expediciones para descubrir nuevas tierras, Cortés, ya uno de los hombres más poderosos de Cuba, decidió organizar su propia expedición. El Gobernador de Cuba, Diego Velázquez, intentó sin éxito detenerlo, enviando naves y soldados para capturarlo.

El 12 de marzo de 1519, Cortés llegó a México con aproximadamente quinientos soldados y dieciséis caballos. Poco después, derrotaron a un grupo de indígenas que les ofrecieron regalos y mujeres para hacer las paces, entre ellas la Malinche, quien más tarde se convirtió en compañera de Cortés. Cortés fundó la ciudad de Veracruz.

La conquista involucró alianzas con pueblos indígenas enemigos de los aztecas, enfrentamientos con los aliados aztecas e intercambios con Moctezuma, el rey azteca, quien creía que los españoles habían sido enviados por los dioses. Cortés buscaba establecer alianzas para fortalecer su ejército y reunir información antes de avanzar hacia Tenochtitlán. Mientras tanto tenía que manejar conflictos internos contra Velázquez.

En 1520, Cortés tomó a Moctezuma como rehén en Tenochtitlán, pero tuvo que marcharse parar enfrentar a las tropas de Pánfilo de Narváez, enviado por Velázquez. Volviendo en la ciudad una sublevación azteca le obligo a huir de la ciudad durante la Noche Triste. A pesar de esto, retomó la ciudad en 1521, destruyéndola en el proceso.

Tras la victoria, Cortés continuó la conquista del país, dividiéndolo en ayuntamientos y repartiendo tierras entre sus capitanes y jefes mexicanos. Fundó la ciudad de México sobre las ruinas de Tenochtitlán. En 1522, fue nombrado gobernador (capitán general) de Nueva España, aunque las luchas internas persistieron.

Entre 1524 y 1526, emprendió una expedición a Honduras para capturar al rebelde Cristóbal de Olid, pero fracasó. Durante su ausencia, sus enemigos tomaron el poder y lo despojaron de sus bienes, aunque posteriormente recuperó sus propiedades.

En 1528, Cortés viajó a España con regalos, oro y plata para el Emperador, obteniendo el título de Marqués y casándose con Juana de Zúñiga. De regreso a México, se estableció

en Cuernavaca, dedicándose al cultivo de azúcar, algodón y vino, y realizó una expedición a California.

En 1540, volvió a España en busca de apoyo para nuevas conquistas, participando en la batalla de Argel. Perdió sus naves y no obtuvo el respaldo del emperador. Desgraciado, falleció en 1547 en España.

Las cartas de relación

Entre 1519 y 1526, Hernán Cortés escribió cinco cartas de relación dirigidas al emperador Carlos V. Estas cartas son comparables a "La conquista de la Galia" de Julio César: no contienen falsedades, pero presentan la perspectiva adecuada para justificar sus acciones y obtener el apoyo del emperador.

A continuación, se incluye un extracto de la segunda carta que refleja típicamente el carácter de Cortés. En estas palabras, Cortés explica cómo, al iniciar la conquista, descubrió una conspiración de un grupo de soldados que planeaban robarle sus barcos y regresar a Cuba:

Y porque demás de los que por ser criados y amigos de Diego Velázquez tenían voluntad de se salir de la tierra, había otros que por verla tan grande y de tanta gente y tal, y ver los pocos españoles que éramos, estaban del mismo propósito, creyendo que si allí los navíos dejase, se me alzarían con ellos, y yéndose todos los que de esta voluntad estaban, yo quedaría casi solo, por donde se estorbara el gran servicio que a Dios y a vuestra alteza en esa tierra se ha hecho, tu manera como, so color que los dichos navíos no estaban para navegar, los eché a la costa por donde todos perdieron la esperanza de salir de la tierra. Y yo hice mi camino más seguro y sin sospechas que vueltas las espaldas no había de faltarme la gente que yo en la vi había de dejar.”

Felipe


No hay comentarios:

Publicar un comentario