miércoles, 15 de marzo de 2017

Objectos perdidos : la historia del cortacésped

La historia del cortacésped

¿Pobrecito cortacésped debajo de las estanterías de la Oficina de los objetos perdidos, que te ocurrió?
Estaba un poquito  oxidado, pero todavía orgulloso y determinado, y no debí insistir mucho para que me cuente su historia, una historia de cortacésped de alto rango a motor térmico de cuatro tiempos:
-          Hacia parte del equipo de mantenimiento del parque del Retiro, y tres veces a la semana con los chicos jardineros y mis compañeros, paseábamos en el parque a cortar el césped bajo los árboles,  a lo  largo de los caminos. Fue un periodo muy agradable,  estaba yo quien era a la cabeza de los cuatro otros cortacéspedes del equipo, y me comía siempre la hierba más larga y más tierna.
-          ¿Pero, qué pasó, te han tratado mal?
-          De nada. El chico que me conducía era muy atento y respetuoso, echaba en mi motor  un aceite muy suave y me daba de comer una gasolina verde con un índice octano de puta madre
-          ¿Así que?
-          En el final de la época, cuando el trabajo se acabó, los chicos organizaron una carrera de cortacésped en el parque, en la parte alta y llana. Los chicos nos dieron a todos la gasolina verde, nos pusieron en la línea de salida y con la señal  dieron gas,  engranaron el auto tracción, y nos miraron arrancar con excitación. Que el mejor gane.  Debía ser yo el ganador.
-          ¿Y no fuiste tú?
-          Por desgracia, mi rueda izquierda se encontró con una pelota de caucho perdida por un niño en el césped que me hizo desviar hacia el pendiente que bordea el parque, y  bajé a toda prisa en el bosque de matorrales donde me perdí  fuera de la vista de todos.
-          ¡Qué pena! Debía ser  algunos años atrás, ahora han edificado nuevos edificios de oficios en este parte.
Por supuesto, estoy aquí desde hace dos años.  Mi dueño  no me reclamó, y debe estar ahora con un otro cortacésped,  a lo mejor un tractor con el aire acondicionado y el wi-fi, y no me va llevar nunca. Pero,  me importa un pepino, la chica del Centro  me mira con ojos tiernos, creo que le gusta a mí.

Juan

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