Nancy MOREJÓN estaba en nuestra región invitada por la universidad Stendhal y por la biblioteca de Saint Pierre de Chartreuse, donde fui a encontrarla. Ni sabía quién era…
Es una poeta cubana muy reconocida, multipremiada. Es
miembro de la Academia Cubana (al lado de Padura) y Presidente de los
escritores cubanos. También trabaja como traductora, al francés o inglés. En
2001 recibió el Premio Nacional de literatura en La Habana. Venía con una recopilación
bilingüe de poemas (le Temps de l’Iguane). Esta recopilación la
publicaron el pasado verano dos maestras francesas de la universidad.
Sus poemas hablan de la cultura española y de los Caribes,
de los mitos africanos, la familia, los amigos, la música popular y los cantos.
Escribe acerca de la raza negra, de la negritud, de la esclavitud y de las
mujeres. Nancy es una escritora que no duda en comprometerse.
Hablar del título de la recopilación, que eligió Nancy, es hablar de la isla de Cuba (una leyenda cubana dice que la iguana representa la forma de la isla) y también de Nicolas Guillén, amigo suyo y famoso poeta cubano (1902-1989) que en La paloma del vuelo popular cantó el alma de los cubanos: parecen tranquilos, pero pueden rebelarse. Nos relató quién era Nicolas Guillén: gran poeta, luchaba para los pobres, contra el racismo; se elevó contra la guerra y el fascismo así que se fue a España a luchar con los Republicanos. Durante Batista se exilió a Francia; volvió a Cuba cuando Fidel Castro. Trabajó en favor de la condición negra. En 1954 le dieron el premio internacional Stalin para la paz.
Fue un encuentro muy tierno. Con una voz muy delicada nos
dijo su amor, amor a su país, amor a su ciudad, la Habana, a sus padres
africanos.
Nancy seleccionó el poema Peñalver 52 muy íntimo
ya que era su propia dirección para evocar sus recuerdos de niña. Nos habló del
«coro de clave», homenaje al sonido de la calle. La clave, dos palillos de
madera, da el compás a la orquestra que canta canciones de siempre. Dijo que su
madre cantaba y acompañó una de las más grandes cantantes cubanas. Su madre que
nació un 19 de octubre, el día mismo del encuentro. Fue un momento muy fuerte y
conmovedor.
Leyó Los restos del Corral Island, poema muy emocionante donde expresa todo su cariño a su padre, un cariño mudo y rebosante.
Al mismo tiempo puede convertirse en una fiera cuando trata la esclavitud (Mujer negra, Humus inmemorial…) o cuando piensa en Gorge Floyd (Madrigal para un Príncipe negro, Príncipe negro para George Flyod). Dijo que tuvo rabia y más aún con las imágenes que presentaba la televisión; por lo tanto, el poeta ha de superar el poder de las imágenes y tiene que trabajar mucho para conseguirlo.
Y del trabajo, nos habló bastante. El trabajo es lo más
importante. Hay que cuidar de las palabras: el poeta y el traductor tienen que
actuar como un «cocinero» preciso y exigente. Dice que ella es muy atenta al
sonido y al ritmo de las palabras; que hay que escribir bien para que el lector
entienda el mensaje. Escribe, corrige, reemplaza una palabra, vuelve a
corregirla, y así hasta que no tenga «voluntad» para seguir, cuando la
inspiración se ha ido.
Ha
hecho suyo el pensamiento de Hemingway «je crois en l’inspiration mais je
préfère qu’elle arrive quand je travaille».
Muy pronto va a salir en la misma editorial bilingüe un nuevo libro, con el texto entero del Madrigal para un Príncipe negro.
Juanita
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