Goya y la duquesa de Alba: una leyenda urbana indestructible
«Retrato de la duquesa de Alba de blanco» (1795), de Goya.
Hay
historias que, pese a no ser ciertas –o, al menos, no poder demostrar su
veracidad–, merecerían serlo. Es el caso de los tan aireados amoríos
entre Francisco de Goya y la XIII duquesa de Alba, María del Pilar Teresa
Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo.
La rumorología popular y la historiografía
no se han resistido a unir sentimentalmente al pintor y la modelo. Tampoco el
cine. Ya Buñuel lo intentó, sin éxito, en 1926; sí lo
hicieron Carlos Saura en «Goya en Burdeos» y Bigas
Luna en «Volaverunt».
Pero, ¿cuánto hay de verdad y cuánto de
leyenda urbana? ¿Fueron amantes el artista y su mecenas? Manuela
Mena, en colaboración con Gudrun Mühle-Maurer, abordó hace unos
años en un ensayo el mito y la historia de Goya y su musa, tras una vasta
investigación, apoyada en el hallazgo de nueva documentación sobre el asunto.
Llegaron a la conclusión de que dicho romance carece de base documental: es
sólo una leyenda urbana sin ningún fundamento histórico, aunque, eso
sí, indestructible.
Ni la inscripción «Solo
Goya» del «Retrato de la duquesa de Alba de negro», ni las
palabras «Alba» y «Goya» impresas en las sortijas que porta la
aristócrata en ese cuadro corroboran la tesis del romance. «Solo Goya» no sería
una declaración de amor, sino el reconocimiento de la duquesa al artista.
Según Mena, las palabras «Alba» y
«Goya» no proceden de la mano del artista, sino que se incluyeron
posteriormente. En el retrato de blanco, la noble señala la firma, con
dedicatoria incluida, del artista. Pero no es un acto amoroso, sólo muestra con
orgullo sus tierras.
El testamento de la
duquesa
Tampoco se cree factible que posara
para la «Maja desnuda», ni para estampas como «Volaverunt» o «Sueño
de la mentira y la inconstancia. Hay quienes veían en estas últimas la
reacción airada del amante despechado: un Goya al que una voluble y
caprichosa duquesa de Alba, un tanto ligera de cascos, habría dado
calabazas.
Otras tesis apoyan el romance en que la
noble dama incluyera en un segundo testamento, de 1797, a Javier
Goya, hijo del pintor, entre sus herederos. Algo que pudo ser una forma de
agradecimiento al pintor por sus servicios. Además, incluyó también como
herederos al mayordomo, el bibliotecario, el médico...
Goya era 18 años mayor que la
duquesa y ya estaba sordo por entonces. Ella, una mujer muy atractiva
y poderosa, a la que poetas como Meléndez Valdés, Arriaza y Quintana
dedicaron arrebatados versos de amor. Ello, unido a la desigualdad de
clases entre ambos y a que la duquesa estaba muy enamorada de
su marido, hacía poco probable la verosimilitud del romance.
Hay una carta de la duquesa en el que escribe de puño y letra para desvelar su desolación y su gran amor por su marido
Goya entró en contacto con los duques de Alba en 1794. Prueba de su buena
relación es que un día la duquesa acudió al estudio del artista para
que éste la maquillara, como cuenta Goya a su amigo Martín
Zapater en una carta fechada ese año. En 1795 retrató a la duquesa
vestida de blanco, a su esposo; a la madre de éste, la marquesa viuda
de Villafranca, e hizo dos pequeños cuadros protagonizados por la Beata,
una sirvienta de la casa. También de esa época es el Álbum de Sanlúcar o Álbum
A de dibujos, donde hay varios retratos de la duquesa. En uno tiene entre sus
brazos a la negrita María de la Luz, una niña esclava a la que
adoptó y sobre la cual acaba de publicar una novela Carmen Posadas.
Proyecto de Goya para una pintura sobre la tumba de la duquesa de Alba (hacia 1802-1803) HEREDEROS DE TOMÁS DE BERGANZA
Goya tuvo un estudio en el Palacio de Buenavista, propiedad de los duques de Alba, en la calle Barquillo de Madrid. En 1797 retrata, ya viuda, de negro y mantilla, a la duquesa, probablemente en Sanlúcar de Barrameda. No la pintó en vida nunca más. Se especuló con que pudo casarse en secreto por segunda vez. Murió en 1802.
Goya hizo un proyecto para un monumento funerario en su tumba. Se conservan unos dibujos en la familia de Tomás de Berganza, mayordomo de los duques. En 1948 se exhumó el cuerpo momificado de la duquesa para su estudio.
El viernes estudiamos la vida y la obra de GOYA. Para martes hay que leer el texto que vimos después completar las fichas de Francisco Goya con los verbos conjugados en P indefinido.
Buena fin
de semana.
Miguelita
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