Soy
la creatura de Martín Chirino que me llamó “el viento”, como otras estoy
pasando los días en el museo de Gran Canaria. Por supuesto durante la apertura
hay mucha animación, la gente comenta las obras y algo me ha llamado la
atención, a veces oí los niños decir “parece un caracol”, cuando estaban
pasando delante de mí.
¿Caracol
porque no? Así que por la noche cuando el museo está cerrado, la luz apagada y que
el aburrimiento se hace más pesado, he decidido ir a visitar y hablar con mis
hermanos.
Por
lo tanto, saqué la cabeza y los ojos de mi cáscara de hierro bajé
tranquilamente de mi soporte y empecé la visita, al principio el silencio me
pareció más profundo de lo habitual, sentí que muchas miradas estaban fijas en
mí, luego hubo algunos susurros, siguieron los: ¿Quién eres? ¿Qué haces? ¿Dónde
vas? Y poco a poco todas las esculturas se animaron y empezaron a hablar…
No
pueden saber todo lo que una obra de arte puede ver y escuchar durante las
visitas, lo que hizo que el tiempo pasó demasiado rápido y cuando las primeras
luces del amanecer aparecieron, todas las obras regresaron a su lugar con la
promesa de volver a vernos…
Santiago
No hay comentarios:
Publicar un comentario