- ¿Porque
no vas a jugar con los otros en el patio? le preguntó su madre
- No
tengo ganas de ir.
- ¿Porque
no vas al cine con los otros? le preguntó su padre.
- No
me gustan las pelis que ponen en la cartelera.
- ¿Porque
no invitas a amigos para compartir un videojuego? le preguntó su abuela.
- ¡No
sé! y Martin salió corriendo para refugiarse en su cuarto, apenado y triste y
con un otro sentimiento que no podía nombrar.
Estaba pasando delante del taller de su abuelo, el que nunca le preguntó nada.
La
puerta del taller estaba abierta y podía ver a su abuelo esculpiendo espirales
de hierro.
Martin
entró y pensó:
- Va
a preguntarme porque no salgo a jugar.
- Ven
aquí Martín. Voy a mostrarte un objeto mágico. Cierra los ojos y voy a poner tu
dedo al inicio de la espiral mágica. Sigue el camino que te muestra.
Concentrate en el camino. Es el del corazón. Cuando llegarás al fin te sentirás
tranquilo y lleno de energía al mismo tiempo y listo para hacer todo lo que no
te atreves a hacer normalmente.
Ahora
abre los ojos. Te doy la espiral mágica y desde hoy cuando no atrevas a hacer
lo que realmente quieres hacer usa la espiral mágica para conseguir alcanzar el
profundo de tu corazón. ¿OK? Un besito y no te quiero aquí. Tengo que trabajar.
-Y
yo, tengo que salir a jugar, le dijo Martin con una sonrisa de complicidad y se
marchó del taller llevando la espiral mágica en sus brazos.
Frédérique
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